
San Agatopo fue detenido en compañía del Lector Teódulo, por tener una copia de la Sagrada Escritura. Por orden del Gobernador Faustino, les ataron rocas y les arrojaron al mar en Tesalónica en el año 303.
San Agatopo y Filón, ambos Diáconos, fueron los que durante la mayor parte del trayecto acompañaron a San Ignacio de Antipoquia a Roma, y a quienes se considera autores de las actas de su martirio.


