Dios, te pido, quiero conocerte, quiero amarte y poderte gozar. Y si en esta vida no soy capaz de esto con medida plena, pueda, al menos, progresar cada día hasta que llegue a la plenitud. Aquí progrese en mí el conocimiento de ti, y allí alcance la plenitud; aquí crezca el amor por ti y allí sea completo, que aquí también mi alegría sea grande en la esperanza, y allí sea plena realidad. (...)
Quien no ha creído, no puede comprender. Porque los que no tienen fe, no tienen experiencia de ella y quién no es expertus no conoce. De hecho, como quien ha hecho experiencia de una cosa que sabe deóídas, así la ciencia de quien ha hecho experiencia es superior al conocimiento del que sólo ha oído hablar.
San Anselmo de Canterbury
Proslogion 14