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sábado, 1 de mayo de 2010

Lectio Divina del 2 de Mayo de 2010. Ciclo C


AMAOS LOS UNOS A LOS OTROS
Juan 13:31-35
Después de haber salido Judas, Jesús dijo: Ahora se manifiesta la gloria del Hijo del hombre, y la gloria de Dios se manifiesta en él. Y si él manifiesta la gloria de Dios, también Dios manifestará la gloria del Hijo del hombre. Y lo hará pronto. Hijitos míos, ya no estaré mucho tiempo con vosotros. Me buscaréis, pero lo mismo que dije a los judíos os digo ahora a vosotros: No podréis ir a donde yo voy. Os doy este mandamiento nuevo: Que os améis los unos a los otros.
Así como yo os amo, debéis también amaros los unos a los otros. Si os amáis los unos a los otros, todo el mundo conocerá que sois mis discípulos.
Otras lecturas: Hechos 14:21-27; Salmo 145:8-13; Apocalipsis 21:1-5
LECTIO:
Hoy nos encontramos con Jesús y sus discípulos en la habitación del piso alto durante la Última Cena. Juan no describe la “cena eucarística” en cuanto tal, como hacen los autores de los otros evangelios, sino que nos proporciona aspectos distintos de la vida y de la doctrina de Jesús.
Jesús espera a que se marche Judas antes de revelar a sus discípulos un ‘mandamiento nuevo’. Como sabía lo que Judas albergaba en su corazón, no es de extrañar que Jesús decida hablar de este tema después de que aquél se haya ido.
¿Qué tiene de especial este mandamiento ‘nuevo? La exigencia de amar a Dios y amar a nuestro prójimo como a nosotros mismos les era familiar a los discípulos a partir de la Ley de Moisés (Deuteronomio 6:5 y Levítico 19:18). Pero la enseñanza y el ejemplo de amor de Jesús profundizan en esto mandamientos. Los otros tres evangelios llaman a esta doctrina el mandamiento ‘mayor’ o el ‘más importante’ (Mateo 22:34-40,
Marcos 12:28-34, Lucas 10:25-28).
El nuevo reto que en este caso les plantea Jesús a sus discípulos es que se amen los unos a los otros ‘como yo os he amado’. Jesús proclama que es ahora cuando Dios pone de manifiesto la identidad y la autoridad divinas del Hijo del Hombre, que es Jesús mismo. El amor de Jesús a sus discípulos, a nosotros y a todas las gentes refleja el amor mutuo e incondicional que existe entre Dios Padre, Hijo y Espíritu Santo.
Los cristianos, que viven gracias a este amor mutuo en su vida diaria, hacen que el amor místico de Dios sea un hecho concreto ante las gentes que les rodean y manifiesta que son seguidores de Jesús. Al llevar a la práctica este amor incondicional, los cristianos ‘corrientes’ descorren un velo y hacen posible vislumbrar el cielo y el amor que procede de la Santísima Trinidad.
Ahora podemos ver por qué Jesús y Juan ponen tanto énfasis en la relación que existe entre las personas de la Santísima Trinidad (Juan 14-16). Y por esa razón, Jesús insiste en que el amor compartido por los cristianos tiene que configurarse a semejanza de su propio amor hacia ellos: sacrificado e incondicional.
MEDITATIO:
■ ¿Qué es lo que más te llama la atención de estos versículos? Pídele a Espíritu S. que te hable.
■ ¿Qué sientes ante el mandamiento de Jesús de que amemos a los demás cristianos como él nos ama?
■ ¿Nos pide Jesús algo imposible? ¿Cómo podemos tratar de obedecer este mandamiento? ¿A quién podemos acudir pidiendo ayuda?
■ Considera si existe alguna manera especial en que Dios quiere que expreses su amor hacia otro cristiano.
ORATIO:
El Salmo 145:8-13 enumera algunos de los rasgos de Dios. A medida que Dios se rebaja al nivel de nuestra condición mundana para manifestar su imagen y semejanza, comenzamos nosotros a reflejar su naturaleza. Ofrécele a Dios estos versos con espíritu de oración.
Ábrele el corazón a Dios y déjale que te hable. Si estás pasando malos momentos en relación con una persona en concreto, expónselo al Señor.
CONTEMPLATIO:
Apocalipsis 21:1-5 habla de ‘un cielo nuevo y de una tierra nueva’. Considera esta promesa y piensa en los vínculos que existen entre esta visión y el mandamiento nuevo de Cristo. Piensa en la manera en que Jesús nos adorna a nosotros, su Iglesia, para que seamos para él como una novia.