slider cabecera

jueves, 22 de julio de 2010

VACACIONES DE VERANO



Ya estamos en plena canícula y a pesar de padecer nuestra sociedad una crisis económica generalizada, (y tambien de valores) para todos el verano es, en gran parte,un tiempo soñado y deseado. Y es cierto que este tiempo debe ser una etapa de relax que nos puede servir para enriquecernos interiormente y tambien físicamente; para realizar lo que no podemos hacer durante el resto del año: pasear sosegadamente, montar en bicicleta, nadar, leer un buen libro, viajar, disfrutar de la naturaleza, del mar, de los amigos, de la familia o simplemente disfrutar de los espacios interiores de la casa. Las vacaciones de veranos deberían ser para, entre otras miles de cosas, disfrutar en lugar de protestar; son momentos para valorar más, y con tranquilidad, todo lo que tenemos. Desde hace años he sacado como conclusión particular que el período veraniego nos puede servir para acercarnos más a nosotros, para encontrar nuestra propia reconciliación; la vida cotidiana nos enreda en una maraña de prisas. La vacaciones estivales nos crea tambien esos cambios físicos de piel color dorado y una renovación interior que tambien es necesario. Para el creyente, de un modo muy especial para el diácono permanente, igualmente es necesario un momento adecuado para situarnos, serenamente, ante ese Dios en quien creemos firmemente, desnudar el interior de nuestra alma y contemplar desde la serenidad toda nuestra trayectoria espiritual; en qué lugar hemos situado a Dios en nuestra vida y en qué situación nos encontramos con nuestro prójimo. En definitiva, creo que las vacaciones de verano tambien deben servir, aparte del descanso físico, para renovarse, transformando parte de lo que tenemos y rompiendo con aquello que nos sobran. Y sería bueno preguntarnos, cuando estemos frente a las olas del inmenso mar, o frente a un atardecer, o en el silencio de una iglesia pequeñita de un pueblo perdido, o ante la sonrisa abierta y atenta de nuestro nieto o nieta, qué tal llevamos nuestro compromiso como servidor de servidores, es decir, como diácono al servicio de la comunidad en general...


Alberto Álvarez Pérez
Diácono de la Parroquia de San Vicente Mártir de Sevilla (España)