slider cabecera

jueves, 9 de septiembre de 2010

Comentarios a Lectio Divina del 12 de septiembre de 2010. Ciclo C


ALEGRÍA EN EL CIELO
Lucas 15:1-10
Todos los que cobraban impuestos para Roma, y otras gentes de mala fama, se acercaban a escuchar a Jesús. Y los fariseos y maestros de la ley le criticaban diciendo: –Este recibe a los pecadores y come con ellos. Entonces Jesús les contó esta parábola: “¿Quién de vosotros, si tiene cien ovejas y pierde una de ellas, no deja las otras noventa y nueve en el campo y va en busca de la oveja perdida, hasta encontrarla? Y cuando la encuentra la pone contento sobre sus hombros, y al llegar a casa junta a sus amigos y vecinos y les dice: ‘¡Felicitadme, porque ya he encontrado la oveja que se me había perdido!’ Os digo que hay también más alegría en el cielo por un pecador que se convierte, que por noventa y nueve justos que no necesitan convertirse. “O bien, ¿qué mujer que tiene diez monedas y pierde una, no enciende una lámpara y barre la casa y busca con cuidado hasta encontrarla? Y cuando la encuentra reúne a sus amigas y vecinas y les dice: ‘¡Felicitadme, porque ya he encontrado la moneda que había perdido!’ Os digo que así también hay alegría entre los ángeles de Dios por un pecador que se convierte.”
Esta es la forma más corta de lectura. La lectura del Evangelio completo continúa con la parábola del Hijo Pródigo o el Hijo Perdido, Lucas 15: 11-32. Leemos estos versículos en el cuarto domingo de Cuaresma.
Otras lecturas: Éxodo 32:7-11, 13-14; Salmo 51:1-2, 10-11, 15, 17; Timoteo 1:12-17

LECTIO:
Una vez más, las ‘autoridades’ religiosas se sienten ultrajadas. Lucas nos dice que los dirigentes religiosos criticaban a Jesús por su actitud de amistad hacia los ‘pecadores’. Los recaudadores de impuestos encabezaban la ‘lista de pecadores’. Los judíos los odiaban porque recogían el dinero para los ocupantes paganos, los romanos. De hecho, uno de los propios discípulos de Jesús había sido en otro tiempo recaudador de impuestos: Levi, al que tradicionalmente se ha identificado con Mateo (Marcos 2:13-17).
En Lucas 15, Jesús les propone a los fariseos tres parábolas: la oveja perdida, la moneda perdida y el hijo pródigo. La parábola de la oveja perdida pone de relieve a qué extremos será capaz de llegar el pastor para recobrar a una oveja que se le ha descarriado del rebaño, y la enorme alegría cuando encuentra a la oveja perdida y esta vuelve a estar bajo sus cuidados y su protección.
La parábola de la moneda perdida corrobora esa misma idea. Una vez más, se ha perdido algo de valor. La mujer se pone a buscar por todas partes hasta encontrarla. Poco importa el hecho de que tenga otras nueve monedas: se ha perdido una, y hay que hallarla.
Tanto el pastor como la mujer se llenan de gozo cuando recuperan lo que se les había perdido. De manera semejante, todo el cielo se alegra cuando se arrepiente un pecador: se ha restablecido una relación que estaba rota.
El hijo perdido (‘pródigo’ según le llama la tradición) es el protagonista de la tercera parábola. Regresa como pordiosero después de haber dilapidado su herencia. Vuelve arrepentido y lo único que espera es que su padre le trate como a uno de sus criados. El padre anhelaba el regreso de su hijo. Sale corriendo a recibirle con los brazos abiertos.
Y se prepara una gran celebración. La reacción del hermano mayor nos devuelve directamente a la respuesta de los fariseos. Jesús se acerca a los pecadores y celebra con ellos su arrepentimiento. Aconseja a sus oyentes (y a nosotros) que no nos sintamos justos ni actuemos como si fuésemos mejores que los demás. Todos dependemos de la misericordia y del perdón de Dios.

MEDITATIO:
■ ¿Qué aspectos de estas tres parábolas te impresionan más?
■ Considera las actitudes de los fariseos, del pastor, la mujer y el padre. ¿Qué podemos aprender de ellas?
■ Medita sobre este versículo: “Esto es muy cierto y todos deben creerlo: Cristo Jesús vino al mundo para salvar a los pecadores.” (1 Timoteo 1:15).

ORATIO:
Utiliza las palabras del Salmo 51 como oración personal. Dale gracias a dios por su inmensa misericordia.
Reza para que las ‘ovejas perdidas’ vuelvan a Jesús. Puede que el Espíritu santo te sugiera a alguien en particular por quien rezar.

CONTEMPLATIO:
Considera el papel del pastor y las distancias que ha de recorrer en busca de su oveja. Deja que nuestro Buen Pastor te acoja con su amor.