‘Encuentros Vida Nueva’ reúne a destacadas personalidades en torno al evento de Madrid
Reflexionar, debatir, disentir, soñar… son acciones que se llevaron a cabo en la última edición de ‘Encuentros Vida Nueva’, dedicado a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ) que, en apenas un mes, transformará Madrid y otras muchas ciudades españolas, y que contará con la presencia de Benedicto XVI. Aquí recogemos, a modo de resumen, las aportaciones más importantes.
Un encuentro que fue diálogo sosegado, constructivo, amable… que, como bien se encargó de recordar el cardenal arzobispo emérito de Sevilla, Carlos Amigo, ya es mucho, en una época en la que triunfan las tertulias televisivas donde escasean los argumentos y sobran las voces.
Precisamente, el cardenal Amigo fue uno de los invitados a participar en el coloquio dispuesto a someterse a las preguntas de los jóvenes, que representaron Leticia Isasi, que colabora con Magis 2011, y Ángel Benítez-Donoso, novicio de la Compañía de Jesús.
“Prohibido hablar como viejos”, sorprendió el purpurado en su primera intervención. Quiso así llamar la atención del pesimismo, la apatía en la que vive y se manifiesta la juventud actual, aunque sea una juventud “dinámica, trabajadora…”. No sorprendió tanto que eche de menos, en eventos como la JMJ, espacios para que jóvenes creyentes no católicos puedan participar y, de este modo, ser “una jornada mundial en todos los sentidos”.
En cualquier caso, la JMJ es y debe ser, en palabras de Amigo, “un impulso, un ánimo para la juventud”. En esto último, coincidieron todos los presentes.
Yago de la Cierva, director Ejecutivo de la JMJ, insistió con gran fuerza en que la JMJ “no es la panacea”, ni es la solución a todos los problemas que hay en la Iglesia; “tiene sus limitaciones”. “No puede ser más que una sacudida”, añadió. También dijo que si sirve de acicate para la renovación interior de la Iglesia, se sentiría “muy orgulloso”.
Por su parte, la presidenta del Foro de Laicos, Camino Cañón, señaló que el gran acontecimiento de agosto “puede ofrecer un horizonte de regeneración moral y cultural”. “Hemos tocado techo en relación a las grandes tradiciones morales (utilitarismo, formalismo) y ha llegado el momento de abrir paso a lo que hemos venido llamando ‘los vínculos’. Los jóvenes pueden mostrar que no son seres aislados, desvinculados de otras personas, sino que justamente tienen vínculos con una gran comunidad universal que es la Iglesia, y ahí hay una tradición moral que hay que recrear, con la experiencia y con nuevos lenguajes”,
FRAN OTERO, Vida Nueva


