Para los cristianos, Dios no es un ausente lejano, sino Alguien cercano y presente, como hemos celebrado en la navidad pasada. Por tanto, sólo en la realidad de cada día y de cada hora podemos encontrarnos con Él. Pero, ¿qué ocurre cuando surgen las dificultades de todo tipo para reconocerlo? ¿Qué pasa con los que quieren y desean tener fe y no pueden?