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domingo, 28 de marzo de 2010

El horario y otros aspectos de la Vigilia Pascual


De la Carta circular dada en la sede de la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos

«La Vigilia Pascual», la noche santa de la Resurrección del Señor, es tenida como «la madre de todas las santas vigilias; en ella la Iglesia espera velando la Resurrección de Cristo y la celebra en los sacramentos» (Normas universales sobre el año litúrgico y el calendario [NUALC] 21).
Desde la más remota antigüedad, salvo en períodos de decadencia litúrgica, ésta ha sido la
celebración más importante del año, verdadera cumbre del Santo Triduo «de Cristo muerto, sepultado y resucitado» (S. AGUSTÍN, Ep. 55,14; PL 33,215). En ella la Iglesia ha procurado que todos los signos litúrgicos, con los que se actualiza el Misterio Pascual, sean auténticos y significativos, sobre todo desde el punto de vista de la expresividad y de la verdad de las cosas.

Uno de estos signos, y no ciertamente de los menos importantes, es el carácter esencialmente
nocturno de esta celebración. De él dependen en cierta manera la expresividad de los demás signos y la veracidad misma de la «Vigilia» (es decir, «velada») pascual. Por este motivo, «toda la
celebración de la Vigilia Pascual debe hacerse durante la noche. Por lo cual no debe escogerse ni
una hora tan temprana que la Vigilia empiece antes del inicio de la noche, ni tan tardía que concluya después del alba del domingo» (Misal Romano: En la noche santa, 3.)

La Vigilia Pascual se debe celebrar durante la noche por varias razones: en primer lugar por su
carácter escatológico. Las horas que anteceden a la Pascua son el espacio en que la Iglesia espera
con anhelo a su Señor. Durante la Vigilia la Iglesia se asemeja al siervo que espera durante la noche el retorno de su Señor (Lc 12,35s); a las vírgenes que atienden la llegada del Esposo (Mt 25); es el nuevo Israel que, recordando la noche de la antigua liberación de la esclavitud de Egipto, dedica al Señor la vigilia santa de su libertad sobre el pecado y sobre la muerte (Éx 12,12). La Vigilia Pascual es, finalmente, la noche «clara como el día», en que Cristo «rotas las cadenas de la muerte, asciende victorioso del abismo» (Pregón pascual).

La Vigilia Pascual debe celebrarse en las horas nocturnas también por su carácter extraordinario.
La tendencia actual, que parece extenderse en algunos lugares, de convertir la Vigilia Pascual en una misa vespertina constituye una desvirtuación de aquélla.

Hay que reconocer que en algunos lugares se va prescindiendo del simbolismo de la noche y se
hace caso omiso de la clara normativa del Misal. En no pocos lugares, en efecto, la Vigilia Pascual se adelanta tanto y se celebra tan abreviadamente que pierde el carácter de velada de espera y de celebración extraordinaria.

Para adelantar la Vigilia se invocan algunos motivos, como pueden ser la comodidad de los
fieles, la inseguridad ciudadana o la dificultad por parte de algunos ministros que deben atender
varias parroquias o comunidades. Pero estos argumentos no parece que puedan justificar realmente una práctica tan opuesta a la naturaleza de la celebración pascual y tan en contradicción con la normativa litúrgica vigente. De hecho, a horas más tardías, se celebran, por ejemplo, la Misa de Medianoche en Navidad, las vigilias de oración y, fuera del ámbito religioso, numerosas manifestaciones de cultura y otros actos parecidos.

La dificultad que, en algún caso, puede derivarse del hecho de que un mismo ministro deba
atender varias parroquias o comunidades es ciertamente la más notable. La solución en otras
celebraciones es el recurso a la binación, autorizada generalmente en estas circunstancias. Sin
embargo, en el caso de la Vigilia Pascual es preciso reconocer que la repetición de la celebración no es recomendable. No resulta fácil que un mismo ministro que, con su actitud espiritual está llamado a animar toda la asamblea, pueda comenzar de nuevo una Vigilia que se inicia en un clima de espera y de tinieblas, después de haber vivido ya la luz y la alegría del encuentro sacramental con el Resucitado y de los aleluyas festivos de la Pascua.

En consecuencia, los Obispos de la Comisión Permanente consideran oportuno hacer las
siguientes indicaciones para ayudar a los responsables de la vida litúrgica de las comunidades a un mejor cumplimiento de las normas vigentes:

1. La celebración de la Vigilia Pascual deberá comenzar siempre y en todas las comunidades una
vez entrada la noche (téngase presente, al programar el horario, que en torno a las fechas de
Pascua suele adelantarse en una hora el horario civil).

2. En aquellas localidades de no excesiva población, con más de una iglesia, puede ser
conveniente celebrar la Vigilia solamente en una de ellas, la más apta y capaz,
preferentemente una parroquia, con el fin de reunir las diversas comunidades de exigua
asistencia y facilitar la concelebración de los presbíteros del lugar. En las ciudades episcopales
pequeñas piénsese si sería oportuno invitar a los fieles y a las comunidades religiosas no de
clausura a acudir a la Vigilia Pascual de la Catedral, presidida por el Obispo, suprimiéndose
otras celebraciones con escasa asistencia.

3. En las parroquias rurales y con pocos habitantes es recomendable que se reúnan los fieles de
varios pueblos en una celebración común, que puede ser rotativa de un año a otro en los
diversos pueblos.

4. Si en algún caso particular se viera la necesidad de celebrar la Vigilia Pascual en más de una
comunidad encomendada a un sólo ministro, convendría que se procurase, con suficiente
anterioridad, la ayuda fraterna de otro presbítero libre de responsabilidad pastoral en esa
noche, para que le supla en uno de los lugares. En caso de que le fuera imposible conseguirlo,
deberá consultar a su Obispo para estudiar de qué forma podría hacerse extraordinariamente
la segunda celebración. Los sacerdotes diocesanos o religiosos, libres de actividad pastoral
durante el Triduo Pascual, préstense gustosos a ayudar a sus hermanos que se ven
sobrecargados estos días.

5. Si algún grupo particular, por ejemplo de jóvenes, desea celebrar la Pascua fuera de una
iglesia y con proyección más allá del ámbito parroquial, deberá informar previamente al
Ordinario del lugar y atenerse en todo a las disposiciones que emanen de él. Por otra parte,
hay que recordar que estas Vigilias deben transcurrir en un lugar adecuado conforme al rito
descrito en el Misal Romano, y observando el día y el horario litúrgico común del que se habla
en el n. 1.

6. Se procurará que el desarrollo de la Vigilia Pascual sea realmente solemne y expresivo.
Cuídense con especial interés los diversos signos de la celebración (comienzo fuera de la
iglesia, canto del pregón pascual, proclamación larga e inteligible de las lecturas, breves
silencios de oración, cantos adecuados, vestiduras festivas, cirio pascual nuevo y
suficientemente grande, rito de aspersión, etc.). Lo cual se logrará si la comunidad es servida
por diversos ministros que ayuden a la participación activa, interior y exterior, de todos los
fieles.

7. Las lecturas de la Palabra de Dios y sus salmos o cánticos adquieren en la Vigilia Pascual un
particular relieve como evocación de la historia de la salvación. Recuérdese lo que se
prescribe y recomienda en el Misal Romano «En la noche santa», núms. 20 y 21. Después de
cada lectura se debe cantar, al menos, el verso responsorial y recitar el salmo o cántico
correspondiente. Es oportuno también hacer una adecuada monición a cada lectura y observar
los oportunos silencios previstos en la liturgia de la Palabra.


El horario y otros aspectos de la Vigilia Pascual

Si se administra el Bautismo en la Vigilia Pascual deberá hacerse de manera significativa y
digna. Nunca se debe obligar a los padres a que bauticen a sus hijos precisamente esta noche.
De esta manera, las familias que frecuentan poco la iglesia no se verán forzadas a soportar
una celebración que les puede resultar incomprensible, y la Vigilia transcurrirá sin tensiones y
sin prisas. En todo caso se ha de dar el debido relieve a la renovación de las promesas
bautismales.

Durante la Cuaresma, la catequesis y la predicación deben insistir en hacer comprender a los
fieles el extraordinario significado de la Noche Santa y de su carácter vigiliar y nocturno,
iluminado por las páginas del Antiguo y del Nuevo Testamento y por la historia de los primeros
siglos de la Iglesia. Asimismo se deberá cuidar, con especial esmero, todo cuanto concierne a
la preparación de la celebración con ayuda del equipo litúrgico de la comunidad.
Esperamos que estas indicaciones sean llevadas a la práctica no sólo con fidelidad a las normas
litúrgicas vigentes, sino como auténticos signos manifestativos de la fe de la Iglesia ante el triunfo
pascual de su Señor y como medio e instrumento para acrecentar el amor, la alegría y la esperanza de todos los fieles. Los Obispos de la Comisión Permanente agradecemos, a todos los responsables de las celebraciones litúrgicas, los esfuerzos que realicen para intensificar la participación de todos en la celebración de la noche pascual, «el punto culminante de todo el año litúrgico» (cf. CONC. VAT. II, Const. Sacrosanctum Concilium [SC] 5).