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viernes, 9 de abril de 2010

LECTIO DIVINA PARA EL 11 DE ABRIL 2010


SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO
Juan 20:19-31
Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.
Luego Jesús dijo de nuevo: ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar. Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó: Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré. Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás: Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree! Tomás exclamó entonces: ¡Mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto! Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.
Otras lecturas: Hechos 5:12-16; Salmo 118:2-4, 22-27; Apocalipsis 1:9-13, 17-19

LECTIO:
Una vez más, Juan nos hace traspasar puertas cerradas para que tomemos parte en un encuentro privilegiado con Cristo resucitado. Muchos relatos semejantes a este circulaban entre los cristianos que vivían en Jerusalén después de su muerte en torno al año 30. Los evangelistas utilizaban aquellas mismas historias para enseñar.
Hoy asistimos a una reunión dominical de los discípulos. De repente, aparece Jesús y los discípulos se llenan de alegría. Los envía a propagar el evangelio, les da autoridad para perdonar pecados y les infunde el aliento para que reciban el Espíritu Santo.
Por desgracia, uno de los doce discípulos, Tomás, no estaba allí para participar de la experiencia. Cuando los otros le dicen que han visto vivo al Señor Jesús, no los cree.
Con no poca precipitación declara que sólo creerá si puede tocar las heridas de los clavos en las manos de Jesús y en el costado.
La comunidad vuelve a reunirse al domingo siguiente. Y esta vez está Tomás con ellos. Se aparece el Señor y los saluda. Sorprendentemente, Jesús invita a Tomás a que compruebe sus heridas metiendo los dedos en las manos taladradas y la mano entera en la herida del costado.
Enfrentado a la innegable realidad de la presencia de Jesús, Tomás queda sobrecogido y declara que Jesús es su Señor y su Dios.
Tomás realizó una profesión de fe porque vio a Jesús resucitado. Pero Jesús mira más lejos, hacia todos aquellos que llegarán más tarde y creerán sin haberle visto físicamente.

MEDITATIO:
■ Imagina el gozo y la impresión que debieron sentir los discípulos cuando vieron a Jesús resucitado.
■ La Fe de Tomás se encendió cuando vio al Señor resucitado. En tu caso, ¿crees o andas buscando más pruebas antes de ser capaz de aceptar a Jesús como tu Señor viviente?
■ Jesús les dijo a sus discípulos: ‘¡Paz a vosotros!’. Considera el significado de estas palabras llenas de aliento.

ORATIO:
‘¡Señor mío y Dios mío!’. Esta fue la declaración de fe de Tomás. Es una oración sencilla pero profunda. ¿Puedes hacerla tuya y rezar con ella a lo largo de la semana que ahora empieza? Permanece abierto a Dios, que te habla cada vez que pronuncias tu propia profesión de fe y de confianza en él.

CONTEMPLATIO:
Seguimos celebrando la resurrección de Jesús.
Considera los versos del Salmo 118:“El amor del Señor es eterno.”
“La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal”. Estos lo ha hecho el Señor, y estamos maravillados. Este es el día en que el Señor ha actuado, ¡estemos hoy contentos y felices!