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domingo, 9 de mayo de 2010

“Formación Permanente de Adultos” de la Parroquia de Sta. Maria de la Geltrú


CONFERENCIA SOBRE EL DIACONADO para la “Formación Permanente de Adultos” de la Parroquia de Sta. Maria de la Geltrú
Vilanova i La Geltrú, Obispado de Sant Feliu de Llobregat

De los “Hechos de los Apóstoles” Nº. 6. versículos del 1 al 7.
“En aquel tiempo, como el número de los creyentes iba aumentando, los de habla griega comenzaron a quejarse de los de habla hebrea, diciendo que las viudas griegas no eran atendidas en la distribución diaria de auxilios. Los doce apóstoles reunieron a todos los creyentes y les dijeron: -- No está bien que nosotros dejemos de anunciar el mensaje de Dios para dedicarnos a la administración. Por eso, hermanos, buscad entre vosotros siete hombres de confianza, entendidos y llenos del Espíritu Santo, para que les encarguemos de estos trabajos. Nosotros seguiremos orando y proclamando el mensaje de Dios. Todos estuvieron de acuerdo, y escogieron a Esteban, hombre lleno de fe y del Espíritu Santo, y a Felipe, a Prócoro, a Nicanor, a Timón, a Parmenas y a Nicolás, uno de Antioquia que antes se había convertido al judaísmo. Luego los presentaron a los apóstoles, los cuales oraron y les impusieron las manos.”

Después de haber leído estas palabras del Nuevo Testamento contestaré a las preguntas que le pedí a Jordi que és el responsable del Grupo de Formación Permanente de Adultos de la Parròquia.



1) No podrías haber servido Dios, trabajando como laico a tu parroquia?
Precisamente al estar haciendo servicio a la parroquia (como director del Grupo Instrumental) sentí la vocación a hacer algo más: el diaconado, a estar más comprometido a servir a Dios. Porque la diferencia entre un Laico y un Diácono es que la Iglesia reconoce al Diácono el don de servir los otros y le confía esta misión; por su parte, con el sacramento del orden el Diácono recibe la ayuda interior que necesita para llevar a cabo la misión que la Iglesia le confía. El Diácono se compromete a servir a los otros de manera permanente, mientras que un Laico comprometido en una tarea de Iglesia puede hacerlo de manera temporal.
2) Te encuentras bien dentro de un cierto punto intermedio entre un Laico y un Sacerdote?
Todo depende del Sacerdote, del Diácono o del Laico. Si hay un buen entendimiento todo funciona. A mí me ha ido bien hasta ahora.
3) Puede ser que los Laicos te vemos un escalón por encima, y los Sacerdotes un escalón por bajo?
“Nadie es profeta en su tierra”. Por eso mi trabajo está más fuera de casa (tal como el Sr. Obispo Joan-Enric Vives, el que me ordenó, me dijo cuanto me envió de Diácono-Encargado a Sant Marçal (un pueblecito al lado de Vilafranca del Penedés), no obstante cuando actúo, aquí en casa, comprendo que hay gente que se pone nerviosa y no acaba de aceptar mi manera de ser.
En cuanto a los Sacerdotes depende de cada uno, unos nos aceptan y nos ayudan, otros les cuesta aceptarlo, una de las razones es porque somos casados y otros porque temen que ocupemos su lugar. El Concilio Vaticano II nos dice lo que quiere decir que un Diácono sea un ministro ordenado y lo expresa en estas palabras: “El Concilio Vaticano II restableció el Diaconado Permanente. Hasta hace bien poco solo recibían el Diaconado los que, posteriormente, debían ser ordenados Sacerdotes. De esta manera la Iglesia ha recuperado plenamente los tres ministerios ordenados: el episcopado (los Obispos), el presbiterado (los Sacerdotes), el diaconado (los Diáconos). En consecuencia, tan buen punto es ordenado, el Diácono deje de ser Laico y pasa a ser “Ministro de la Iglesia, como el Sacerdote y el Obispo”.
4) Arraigado tantos años a tu parroquia, te sentías bien trabajando en otro lugar?
Bien, una cosa es el servicio que hago aquí en mi parròquia, en mi casa y el otro es el servicio que el Sr. Obispo me encomienda, primero a Sant Marçal (donde he estado casi 10 años) y ahora a Canyelles, en la parroquia Santa Magdalena. A Sant Marçal fue mi aprendizaje como Diacono-Encargado de una parróquia, fue una gran experiencia que me ha ayudado mucho y me ha hecho crecer como cristiano y como ministro ordenado, ahora el cambio me ha costado un poco pero es positivo y tanto antes a Sant Marçal como a Santa Magdalena, también como Diacono-Encargado, me siento bien y siempre he tenido a mi lado feligreses que me han acogido y ayudado a sacar adelante mi trabajo.
5) Todos estamos supeditados a otro, profesionalmente. Ahora bien, no parece que tu situación es super-supeditada a tu “jefe”?
De ninguna manera, mi “jefe” que es Mn. Manel, rector de Santa Magdalena, desde el primer día me dijo: “Usted mismo”, eso si, con diálogo y confianza entre ambos. “Manos libres!”
6) La problemática de persona situada al mundo, casado, con hijos, dependiendo de un sueldo, etc...., hasta qué punto entorpecía la vivencia vocacional, aparte de los trabajos, problemas y trabas por asumirla?
Mientras trabajaba mi servicio estaba limitado a los fines de semana y a las fiestas (cuando me ordenaron ya sabían estas limitaciones) ahora que ya me he jubilado es diferente, me puedo dedicar con más celo a mi trabajo vocacional y en cuanto a la familia nunca me han puesto trabas, antes por el contrario, me han apoyado en todo lo que he hecho y también debo decir que yo también los he podido atender.
7) Entra dentro del anhelo del Diácono hacerse ver durante las funciones litúrgicas, ante el Sacerdote?. Como si quisiese revalorizar su función?
El Diácono tiene bastante en hacer bien hecho lo que esta previsto por la Sagrada Liturgia y entonces debe estar atento a las indicaciones del Sacerdote y si asiste al Obispo a las indicaciones del Obispo.
El Sacerdote y el Obispo tienen unas funciones a hacer y el Diácono tiene otras específicas y cada uno debe respetar su lugar.
8) Es lógico el posible exceso legalista del Diácono?
No se trata de un posible exceso legalista, a mí en particular me gusta hacer lo que está indicado y otro lo verá de manera diferente.
9) O bien debería ser más abierto, más receptivo, más acogedor, a pesar de las normas?
No está en contradicción el ser mas abierto, más receptivo, más acogedor, en las normas litúrgicas.
10) Qué diferencia puede haber entre trabajar en una parroquia con un Rector, o bien ejercer en una parroquia sin Rector presente?
La diferencia está en el grado de orden de cada uno y con la presencia o no del Rector (cada uno hace lo que tiene que hacer).
11) Tienes llena conciencia de que tu servicio puede pasar a ser clave en la evangelización futura del pueblo cristiano, debido a la presunta carencia de Sacerdotes?
No soy yo solo, sino que el Obispo y otros sacerdotes pidan vocaciones diaconales con urgencia, no conozco el futuro, pero tal vez el Espíritu Santo sople porque a la larga a los Diáconos casados los ordenen de sacerdotes.
Podemos pensar que al ordenar Diáconos casados es para tapar la falta de vocaciones al sacerdocio?
Enfocar así las cosas sería desenfocarlas. El Diácono no debe ser un “tapa-agujeros”. Es cierto que lleva a cabo algunas de las funciones que realizaban hasta ahora los Sacerdotes y que los Sacerdotes pueden recibir una gran ayuda de parte del Diácono. Pero el Diácono no es un Sacerdote “disminuido”. El ministerio de los Sacerdotes tiene unas características propias, como las tiene el ministerio de los Diáconos. El Diácono ejerce una profesión y, amas, desarrolla unas tareas pastorales especificas, que van muy más allá del que podría ser un “super-sacristán”.
12) Cuál es el papel de la esposa del Diácono?
Es un papel muy importante. La esposa debe compartir totalmente el proyecto diaconal de su marido. El marido y la esposa deben formar una pareja estable y consolidada con el grado de experiencia que solo dan los años; al mismo tiempo deben educar responsablemente los hijos, si tienen, y deben llevar satisfactoriamente el propio hogar. La mujer del futuro Diácono debe aceptar de manera convencida y positiva la decisión de su marido y debe prestarle apoyo y colaboración sin fisuras. Hay que subrayar que, a la práctica, la esposa de un Diácono se encuentra mucho implicada en el ministerio recibido por su marido. La ayuda y la discreción son elementos esenciales.


Finalmente antes de la ordenación diaconal del marido, la esposa deberá dar su consentimiento para escrito. Este consentimiento es imprescin- dible.
Y PARA ACABAR: El Diaconado es el sacramento del servicio. El futuro Diácono aprende a ser servidor a partir de la llamada recibida de Dios y confirmada en el momento de su ordenación en medio de la Iglesia. Toda su vida será un crecimiento en el amor a Dios y a los hombres.
La Iglesia siempre debe rogar por las vocaciones al ministerio ordena- do, que solamente surgirán de unas comunidades vivas y fervorosas en el Espíritu. Por eso, el Concilio Provincial Tarraconense (1995) afirmaba: “El Concilio desea que la comunidad cristiana conozca la identidad del ministerio sacerdotal, valore y quiera la vocación y el servicio de los obispos, sacerdotes y diáconos, y reflexione sobre su necesidad para la Iglesia” (Res. 152)