UNIDOS EN DIOS
Juan 17:20-26
“No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí. Padre, tú me los confiaste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.”
Otras lecturas: Hechos 7:55-60; Salmo 97:1-2, 6-7, 9; Apocalipsis 22:12-14, 16-17, 20
Juan 17:20-26
“No te ruego solamente por estos, sino también por los que han de creer en mí al oír el mensaje de ellos. Te pido que todos ellos estén unidos; que como tú, Padre, estás en mí y yo en ti, también ellos estén en nosotros, para que el mundo crea que tú me enviaste. Les he dado la misma gloria que tú me diste, para que sean una sola cosa como tú y yo somos una sola cosa: yo en ellos y tú en mí, para que lleguen a ser perfectamente uno y así el mundo sepa que tú me enviaste y que los amas como me amas a mí. Padre, tú me los confiaste, y quiero que estén conmigo donde yo voy a estar, para que vean mi gloria, la gloria que me has dado; porque me has amado desde antes de la creación del mundo. Padre justo, los que son del mundo no te conocen; pero yo te conozco, y estos también saben que tú me enviaste. Les he dado a conocer quién eres, y seguiré haciéndolo, para que el amor que me tienes esté en ellos, y yo mismo esté en ellos.”
Otras lecturas: Hechos 7:55-60; Salmo 97:1-2, 6-7, 9; Apocalipsis 22:12-14, 16-17, 20
LECTIO:
Hoy escuchamos un fragmento de lo que ha venido a conocerse con el nombre de la ‘Oración Sacerdotal’ de Cristo. Se trata de una verdadera joya, que constituye la parte fi nal de la enseñanza de Jesús a sus discípulos antes de su pasión.
La unidad está en el centro mismo de esta oración. Jesús ora repetidamente para que sus discípulos experimenten la misma unidad que el disfruta con el Padre. Y su oración no es sólo por aquellos discípulos que estaban con él aquella noche. Y a esa unidad tampoco la limitan en modo alguno el tiempo o el espacio. Es para todos sus creyentes y para todas las épocas.
Es un misterio de la gracia de Dios el que los humanos, a pesar de su fragilidad, puedan participar de tal unidad. Sin embargo, parece que son esenciales dos cosas. En primer lugar, estar en relación y en unidad con Dios Padre y con Jesús: que ‘también ellos estén en nosotros’ (versículo 21). En segundo lugar, tener en nosotros el amor incondicional de Dios: ‘que el amor que me tienes esté en ellos’ (versículo 26).
Esta unidad tiene un objetivo de gloria: atraer a los demás a Dios Padre por medio de Jesús. Mediante la unidad, la gente creerá que Dios los ama y que envió a Jesús para salvarlos.
La oración de Jesús es atrevida y desafiante, pero él sabe muy bien, lo mismo que el arcángel Gabriel que anunció a María la buena noticia de su nacimiento, que ‘para Dios no hay nada imposible.’ (Lucas 1:37).
Hoy escuchamos un fragmento de lo que ha venido a conocerse con el nombre de la ‘Oración Sacerdotal’ de Cristo. Se trata de una verdadera joya, que constituye la parte fi nal de la enseñanza de Jesús a sus discípulos antes de su pasión.
La unidad está en el centro mismo de esta oración. Jesús ora repetidamente para que sus discípulos experimenten la misma unidad que el disfruta con el Padre. Y su oración no es sólo por aquellos discípulos que estaban con él aquella noche. Y a esa unidad tampoco la limitan en modo alguno el tiempo o el espacio. Es para todos sus creyentes y para todas las épocas.
Es un misterio de la gracia de Dios el que los humanos, a pesar de su fragilidad, puedan participar de tal unidad. Sin embargo, parece que son esenciales dos cosas. En primer lugar, estar en relación y en unidad con Dios Padre y con Jesús: que ‘también ellos estén en nosotros’ (versículo 21). En segundo lugar, tener en nosotros el amor incondicional de Dios: ‘que el amor que me tienes esté en ellos’ (versículo 26).
Esta unidad tiene un objetivo de gloria: atraer a los demás a Dios Padre por medio de Jesús. Mediante la unidad, la gente creerá que Dios los ama y que envió a Jesús para salvarlos.
La oración de Jesús es atrevida y desafiante, pero él sabe muy bien, lo mismo que el arcángel Gabriel que anunció a María la buena noticia de su nacimiento, que ‘para Dios no hay nada imposible.’ (Lucas 1:37).
MEDITATIO:
■ ¿Qué nos revela este pasaje sobre la relación que existe entre Dios Padre, Jesús y sus discípulos?
■ ¿Por qué crees que la unidad es tan importante para Jesús? ¿Cuál ha sido tu experiencia de la unidad dentro de tu iglesia y en relación a los demás cristianos? ¿Qué cosas entorpecen la unidad con los demás en tu comunidad eclesial?
■ ¿Cuándo eres más consciente de la presencia de Jesús en tu propia iglesia?
■ ¿Te proporciona tu relación con Dios suficiente libertad para hacer peticiones atrevidas, tales como las de Jesús?
■ ¿Qué nos revela este pasaje sobre la relación que existe entre Dios Padre, Jesús y sus discípulos?
■ ¿Por qué crees que la unidad es tan importante para Jesús? ¿Cuál ha sido tu experiencia de la unidad dentro de tu iglesia y en relación a los demás cristianos? ¿Qué cosas entorpecen la unidad con los demás en tu comunidad eclesial?
■ ¿Cuándo eres más consciente de la presencia de Jesús en tu propia iglesia?
■ ¿Te proporciona tu relación con Dios suficiente libertad para hacer peticiones atrevidas, tales como las de Jesús?
ORATIO:
Siéntate y pásate un rato en silencio. Deja que Dios te hable y conduzca para responderle en la oración. Puede que él te anime a ser atrevido y a pedir algo que no has tenido el valor de pedir hasta ahora porque, humanamente hablando, te parece imposible. Puede que él te impulse a rezar por una relación que necesita reconciliación, o para que alguien crea en Jesús y descubra que Dios le ama.
Siéntate y pásate un rato en silencio. Deja que Dios te hable y conduzca para responderle en la oración. Puede que él te anime a ser atrevido y a pedir algo que no has tenido el valor de pedir hasta ahora porque, humanamente hablando, te parece imposible. Puede que él te impulse a rezar por una relación que necesita reconciliación, o para que alguien crea en Jesús y descubra que Dios le ama.
CONTEMPLATIO:
Considera las palabras de la oración de Jesús: ‘que el amor que me tienes esté en ellos’ (versículo 26). Piensa en lo mucho que Dios Padre ama a Jesús.
Y considera ahora lo que significa tener en ti el amor incondicional de Dios. ¿De qué manera afecta esto a tu relación con Dios? ¿Se desborda hasta alcanzar a tus relaciones con los demás?
Considera las palabras de la oración de Jesús: ‘que el amor que me tienes esté en ellos’ (versículo 26). Piensa en lo mucho que Dios Padre ama a Jesús.
Y considera ahora lo que significa tener en ti el amor incondicional de Dios. ¿De qué manera afecta esto a tu relación con Dios? ¿Se desborda hasta alcanzar a tus relaciones con los demás?