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viernes, 18 de junio de 2010

Cometario a la Lectio Divina del 20 de junio de 2010.Ciclo C



OLVIDARSE DE SÍ MISMO
Lucas 9:18-24
Un día estaba Jesús orando, él solo. Luego sus discípulos se le reunieron, y él les preguntó:
– ¿Quién dice la gente que soy yo? Ellos contestaron: –Unos dicen que Juan el Bautista; otros dicen que Elías, y otros, que uno de los antiguos profetas, que ha resucitado.
–Y vosotros, ¿quién decís que soy? –les preguntó. Pedro le respondió: –El Mesías de Dios.
Pero Jesús les encargó mucho que no se lo dijeran a nadie. Les decía Jesús: –El Hijo del hombre tendrá que sufrir mucho, y será rechazado por los ancianos, por los jefes de los sacerdotes y por los maestros de la ley. Lo van a matar, pero al tercer día resucitará.
Después dijo a todos: –El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame. Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará.
Otras lecturas: Zacarías 12:10-11, 13:1; Salmo 63:1-5, 7-8; Gálatas 3:26-29

LECTIO:
En este pasaje Jesús deja que sus discípulos descubran que él es efectivamente el Mesías. Pero no quiere que eso se haga público todavía. También comienza a mostrarles que es un Mesías muy distinto del que esperaban. De hecho, será rechazado por las mismas personas que mejor deberían haberle recibido: las autoridades religiosas. De manera todavía más sorprendente, será condenado a muerte. Pero tres días más tarde resucitará a la vida.
Jesús entonces les habla de lo difícil que resulta ser discípulo suyo: ‘El que quiera ser mi discípulo, olvídese de sí mismo, cargue con su cruz cada día y sígame’ (versículo 23). Jesús hace que los discípulos se enfrenten con la dura realidad. Ser cristiano exige optar cada día por obedecer a Dios en vez de seguir nuestros propios planes, aun cuando esto implique dolor y sufrimiento. Por eso, quien quiera ser discípulo de Jesús debe estar dispuesto a dar su vida por la fe.
A los discípulos debió parecerles una perspectiva sobrecogedora. Pero Jesús explica su primera frase con la segunda: ‘Porque el que quiera salvar su vida la perderá; pero el que pierda su vida por causa mía, la salvará’. Por tanto, mientras que seguir a Jesús es en definitiva el único camino para salvar nuestra vida, el sacrificio y el sufrimiento forman parte del proceso.
¡Estas escuetas palabras debieron dejar temblando a los discípulos! Aunque Jesús sea realmente el Mesías, la idea de que lo fueran a condenar a muerte en vez de liberar victoriosamente a los judíos de los opresores romanos tuvo que resultarles espantosa. También debieron plantearse en qué proyecto se habían embarcado. Gran parte del Antiguo Testamento les enseñaba que Dios bendice a los justos; son los que le desobedecen quienes padecen el sufrimiento. ¿A dónde les llevaría seguir a Jesús?
Seguir a Jesús implica poner su voluntad y su reino por encima de todo, sea cual sea el coste o las consecuencias que nos afecten personalmente.

MEDITATIO:
■ Hoy día y a lo largo de la historia, la gente se ha forjado unas ideas de Jesús muy distintas unas de otras. Y tú, ¿quién crees que es?
■ Considera como vincula Jesús la idea de un Mesías sufriente con la de un discípulo sufriente. ¿De qué manera respondes al sufrimiento en tu propia vida?
■ En términos prácticos, ¿qué significa para ti perder tu vida y cargar con tu cruz cada día? ¿En qué ámbitos de tu vida encuentras más difícil hacer lo que Dios quiere en vez de lo que quieres tú?
ORATIO:
Lee varias veces todo el Salmo responsorial de este domingo. ¿Expresan estos versos lo que tú sientes? Utilízalos para mantener un diálogo sincero con Dios. ¿Qué es lo que más te impacta? Tal vez Dios quiere que se lo presentes en tu oración.
CONTEMPLATIO:
Siéntate y contempla un crucifijo durante unos momentos cada día de esta semana.
Piensa en todo lo que significa y lo que implica para ti en cada momento. ¿Qué transforma en ti la muerte y la resurrección de Jesús?