II. La Semana Santa
27. Durante la Semana santa, la Iglesia celebra los misterios de la salvación actuados por Cristo en los últimos días de su vida, comenzando por su entrada mesiánica en Jerusalén.
El tiempo de Cuaresma continúa hasta el jueves. A partir de la Misa vespertina "en la Cena del Señor" comienza el Triduo pascual, que continúa durante el Viernes de la Pasión del Señor y el Sábado Santo, y tiene su centro en la Vigilia Pascual y acaba con las Vísperas del domingo de Resurrección.
"Las ferias de Semana Santa, desde el lunes hasta el jueves inclusive, tienen preferencia sobre cualquier otra celebración" 31 . Conviene que en estos días no se administren los sacramentos del Bautismo y de la Confirmación.
a) Domingo de Ramos en la Pasión del Señor
28. La Semana Santa comienza con el Domingo de Ramos en la Pasión del Señor, que comprende a la vez el presagio del triunfo real de Cristo y el anuncio de la Pasión. La relación entre los dos aspectos del misterio pascual se ha de evidenciar en la celebración en la catequesis del día 32 .
29. La entrada del Señor en Jerusalén, ya desde antiguo, se conmemora con una procesión, en la cual los cristianos celebran el acontecimiento, imitando las aclamaciones y gestos, que hicieron los niños hebreos cuando salieron al encuentro del Señor, cantando el fervoroso "Hossana" 33 .
La procesión sea única y tenga lugar antes de la Misa en la que haya más presencia de fieles; puede hacerse también en las horas de la tarde, ya sea del sábado ya del domingo. Para ello hágase, en lo posible, la reunión de la asamblea en otra iglesia menor, o en un lugar apto fuera de la iglesia hacia la cual se dirigirá la procesión.
Los fieles participan que esta procesión llevando en las manos ramos de palma o de otros árboles. Los sacerdotes y los ministros, llevando también ramos, preceden al pueblo 34 .
La bendición de ramos o palmas tiene lugar en orden a la procesión que seguirá. Los ramos conservados en casa recuerdan a los fieles la victoria de Cristo, que se ha celebrado con la procesión.
Los pastores hagan todo lo posible para que la preparación y la celebración de esta procesión en honor de Cristo Rey, pueda tener un fructuoso influjo espiritual en la vida de los fieles.
30. Para la conmemoración de la entrada del Señor en Jerusalén, además de la procesión solemne, que se acaba de describir, el Misal ofrece otras dos posibilidades, no para fomentar la comodidad y la facilidad, sino en previsión de la dificultades que puedan impedir la organización de una procesión.
La segunda forma de la conmemoración es una entrada solemne, que tiene lugar cuando no puede hacerse la procesión fuera de la iglesia. La tercera forma es la entrada sencilla, que ha de hacerse en todas las Misas de este domingo en las que no ha tenido lugar la entrada solemne 35 .
31. Donde no se puede celebrar la Misa es conveniente que se haga una celebración de la Palabra de Dios sobre la entrada mesiánica y la Pasión del Señor, ya sea el sábado por la tarde, ya el domingo a la hora más oportuna 36 .
32. Durante la procesión los cantores y el pueblo cantan los cantos indicados en el Misal Romano como son el salmo 23 el salmo 46, y otros cantos apropiados en honor de Cristo Rey.
33. La historia de la Pasión goza de una especial solemnidad. Es aconsejable que se mantenga la tradición en el modo de cantarla o leerla, es decir, que sean tres personas que hagan las veces de Cristo, del narrador y del pueblo. La Pasión ha de ser proclamada ya por diáconos o presbíteros, ya, en su defecto, por lectores, en cuyo caso, la parte correspondiente a Cristo se reserva al sacerdote.
Para la proclamación de la Pasión no se llevan ni luces ni incienso, ni se hace al principio el saludo al pueblo como de ordinario para el Evangelio, ni se signa el libro. Tan solo los diáconos piden la bendición al sacerdote 37 .
Para el bien espiritual de los fieles conviene que se lea por entero la narración de la Pasión, y que no se omitan las lecturas que la preceden.
34. Terminada la lectura de la Pasión no se omita la homilía.
b) Misa crismal
35. La Misa crismal, en la cual el Obispo que concelebra con su presbiterio, consagra el santo Crisma y bendice los demás óleos, es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo 38 . Para esta Misa ha de convocarse a los presbíteros de las diversas partes de la diócesis para concelebrar con el obispo; y ser testigos y cooperadores en la consagración del Crisma, del mismo modo que en el ministerio cotidiano son sus colaboradores y consejeros.
Conviene que se invite encarecidamente también a los fieles a participar en esta Misa, y que en ella reciban el sacramento de la eucaristía.
35. La Misa crismal, en la cual el Obispo que concelebra con su presbiterio, consagra el santo Crisma y bendice los demás óleos, es una manifestación de la comunión existente entre el obispo y sus presbíteros en el único y mismo sacerdocio y ministerio de Cristo 38 . Para esta Misa ha de convocarse a los presbíteros de las diversas partes de la diócesis para concelebrar con el obispo; y ser testigos y cooperadores en la consagración del Crisma, del mismo modo que en el ministerio cotidiano son sus colaboradores y consejeros.
Conviene que se invite encarecidamente también a los fieles a participar en esta Misa, y que en ella reciban el sacramento de la eucaristía.
La Misa crismal se celebra, conforme a la tradición, el jueves de la Semana Santa. Sin embargo, si es difícil para el clero y el pueblo reunirse aquel día con el Obispo, esta celebración puede anticiparse a otro día, pero siempre cercano a la Pascua 39 . El nuevo Crisma y el nuevo óleo de los catecúmenos se han de utilizar en la celebración de los sacramentos de la iniciación en la noche pascual.
36. La celebración de la Misa crismal sea única a causa de su significación en la vida de la diócesis, y celébrese en la iglesia catedral o, por razones pastorales, en otra iglesia especialmente si es más insigne 40 .
La recepción de los óleos sagrados en las distintas parroquias puede hacerse o antes de la celebración de la Misa vespertina "en la Cena del Señor", o en otro momento más oportuno. Esto puede ayudar a la formación de los fieles sobre el uso y efecto de los óleos y del Crisma en la vida cristiana.