El fin último es la “unidad”, se podría decir también la “trinitarización” de toda la realidad: lo que Dios es en cuanto Dios trinitario podemos y tenemos que llegar a serlo también nosotros, es decir, una “unidad de communio” , una unidad desde la pluralidad, una pluralidad en unidad. Si queremos usar una imagen, podríamos decir que se tratará entonces de volverse “cuerpo de Cristo”, tan estrechamente unidos los unos a los otros como lo están los diferentes miembros y órganos del cuerpo, todos unidos en el intercambio recíproco de la vida, para formar con Cristo “cabeza” y el Espíritu Santo como “alma” el único cuerpo de Cristo “para gloria de Dios Padre”.
Gisbert Greshake
(“Essere preti in questo tempo”,
Gisbert Greshake
(“Essere preti in questo tempo”,
en: Teologia-Prassi-Spiritualità Queriniana, Brescia, 2008, p. 69)