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jueves, 29 de abril de 2010

Hacia la Plenitud




Dios, te pido, quiero conocerte, quiero amarte y poderte gozar. Y si en esta vida no soy capaz de esto con medida plena, pueda, al menos, progresar cada día hasta que llegue a la plenitud. Aquí progrese en mí el conocimiento de ti, y allí alcance la plenitud; aquí crezca el amor por ti y allí sea completo, que aquí también mi alegría sea grande en la esperanza, y allí sea plena realidad. (...)

Quien no ha creído, no puede comprender. Porque los que no tienen fe, no tienen experiencia de ella y quién no es expertus no conoce. De hecho, como quien ha hecho experiencia de una cosa que sabe deóídas, así la ciencia de quien ha hecho experiencia es superior al conocimiento del que sólo ha oído hablar.

San Anselmo de Canterbury
Proslogion 14
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lunes, 26 de abril de 2010

Comentarios al evangelio del 2 de mayo de 2010


El amor nuevo y único (Juan 13,31-35)

El texto que nos presenta el Evangelio de este domingo es casi una prolonga­ción del que escuchábamos el domingo pasado. Porque la consecuencia de sabernos pastoreados por Jesús, Buen Pastor de nuestras vidas, es justamente no ser noso­tros lobos para nadie. Y la consecuencia de estar en ese redil que son las manos del Padre, donde somos co­nocidos por nuestro nombre, es precisamente no ser extraños para nadie.

Este texto está tomado del Testamento de Jesús, de su Oración Sacerdotal. Todo a punto de cumplirse, como quien escrupulosamente se esmera en vivir lo que de él esperaba Otro, pero no como si fuera un guión artificial y sin entrañas, sino como quien realiza hasta el fondo y hasta el final un proyecto, un diseño de amor. Y toda esa vida nacida para curar, para iluminar y para salvar, está a punto de ser sacrificada, en cuya entrega se dará gloria a Dios. Puede parecer hasta incluso morbosa esta visión de la muerte, o como siempre sucede, para unos será escándalo y para otros locura (cf. 1Cor 1,18), risa y frivolidad para quien jamás ha intuido que el amor no consiste en dar muchas co­sas, sino que basta una sola: darse uno mismo, de una vez y para siempre.
En este contexto de dra­matismo dulce, de tensión serena, Jesús deja un mandato nuevo a los suyos: amarse recíprocamente como Él amó. Porque Jesús amó de otra manera, como nunca antes y nunca después. Esa era la novedad radical y escandalosa: amar hasta el final, a cada persona, en los momentos sublimes y estelares, como en los banales y cotidianos.

Porque lo apasionante de ser cristiano, de seguir a Jesús, es que aquello que sucedió hace 2000 años, vuelve a suceder... cuando por nosotros y por nuestra forma de amar y de amarnos, recono­cen que somos de Cristo. Más aún: que somos Cristo, Él en nosotros. Es el aconte­cimiento que continúa. Quien ama así, deja entonces que Otro ame en él, y el mundo se va llenando ya de aquello que ese Otro –Jesús– fue y es: luz, bondad, paz, gracia, perdón, alegría... . Este es nuestro santo y seña, nuestro uniforme, nuestra revolución: Amar como Él, y ser por ello reconocidos como pertenecientes a Jesús y a los de Jesús: su Iglesia.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca
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domingo, 25 de abril de 2010

El Arzobispo de Sevilla anima a los Sacerdotes y Diáconos a promover la formación del laicado


Mons. Juan José Asenjo Pelegrina presentó el Itinerario de Formación de Cristiana de Adultos de la Conferencia Episcopal Española.

Mons. Elías Yanes Arzobispo Emérito de Zaragoza y expresidente de la Conferencia Episcopal Española, que tiene encomendado por ésta la dirección del itinerario, resaltó la necesidad de iniciar procesos de formación que ayuden a los cristianos laicos a crear comunidades que les faciliten vivir su fe en la Iglesia y en la sociedad.

Mons. Yanes agradeció al Arzobispo de Sevilla su interés por difundir e implantar el Itinerario en la Archidiócesis, éste subrayó su voluntad de que en parroquias, movimientos y asociaciones, hermandades, colegios y en todas aquellas realidades pastorales que sea posible se ponga en marcha el Itinerario. El Arzobispo de Sevilla que estaba acompañado por el Vicario General, Francisco Ortíz Gómez, indicó expresamente la necesidad de que en las parroquias y en el mundo de la hermandades se conozca y valore el Itinerario como un instrumento válido para la formación del laicado.

Entre los presentes se hallaban el Delegado Diocesano de Hermandades y Cofradías, Manuel Soria Campos, el Delegado Diocesano de Catequesis, Manuel Sánchez. Se encontraban también presentes, párrocos de la capital y de la provincia, Diáconos, así como, representantes de congregaciones religiosas, responsables de los centros de formación, de colegios, diáconos permanentes y seminaristas, ante todos ellos Mons. Asenjo mostró su satisfacción por la marcha del Itinerario en la Archidiócesis, subrayando la oportunidad que el Itinerario ofrece a todos como un instrumento de comunión y de presencia viva de la Iglesia en medio del mundo.

La intervención de Mons. Elías Yanes comenzó con un alusión directa al misterio de la Santísima Trinidad centro de nuestra fe. Desde el seno de Dios iluminó con su palabra el ministerio esencial de cada cristiano y especialmente de los llamados a servir en el ministerio ordenado. Dio algunas pautas para orientar la acción y la formación del laicado hoy, sobre todo orientándolo desde una espiritualidad de comunión, de fidelidad al magisterio y desde una directa implicación en la realidad social en la que estemos inmersos. Con estas ideas planteadas habló del significado y la metodología que ofrece el Itinerario de Formación de Adultos de la Conferencia Episcopal Española. Indicó que éste es un medio actual y muy completo para la formación del laicado hoy a través de comunidades que viven su fe abiertos a la sociedad. Agradeció el trabajo de la Archidiócesis de Sevilla, y en concreto de los diversos servicios pastorales que animados por la Delegación Diocesana de Apostolado Seglar vienen dándolo a conocer en la Iglesia de Sevilla. Se congratuló de haber podido compartir el día anterior sus ideas y propuestas con los asistentes al IV Curso de Acompañantes del Itinerario que se celebraba en el Arzobispado. Explicó como estaba configurado el Itinerario a lo largo de 100 temas que dan una visión de conjunto a nuestra fe para ser vivida y ofrecida a todos, en cuatro etapas: el seguimiento de Jesús, la síntesis de la fe, la espiritualidad cristiana y testigos de Cristo en el mundo.

Con posterioridad a su intervención, ya en el coloquio con los asistentes, se plantearon preguntas, testimonios y aclaraciones sobre el Itinerario. Mons. Elías Yanes dejó claro que la metodología y el temario son una base para que los animadores o acompañantes de los grupos modulen el contenido y la marcha del Itinerario respecto a los diversos grupos que lo asuman como proceso de conversión y crecimiento personal y comunitario. Indicó que aunque algunos puedan considerar elevados los textos que se utilizan, consideró que no lo eran si se conocía bien el sentido del Itinerario, se adaptaba la metodología a la características de las personas que conforman el grupo y se ve el Itinerario como un proceso de crecimiento en la fe para ser vivida y no solo como la adquisición de conocimientos o conceptos más o menos ilustrados. Subrayó que estábamos ante un camino de fe que debe de llevar a los que lo realicen a profundizar en su vocación cristiana en un proceso de conversión continuo, que los ha de preparar para el encuentro definitivo con Dios en la compañía de todos los que le fueron encomendados.

Finalmente agradeció al Arzobispo de Sevilla, su interés por consolidar la implantación del Itinerario en la Archidiócesis de Sevilla, así como su inclusión en las líneas de acción del nuevo Plan Pastoral Diocesano. Agradeció a todos los presentes su atención y les alentó asumir el Itinerario como medio de formación del laicado en una sociedad que necesita que demos razón de nuestra fe desde la alegría de saber en Quien hemos confiado.
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sábado, 24 de abril de 2010

El testimonio de la pro-vocación


Queridos hermanos y amigos: paz y bien.

El cuarto domingo de pascua es una jornada eclesial que desde hace cuarenta y siete años está dedicada a la oración por las vocaciones. Dijo Jesús el Buen Pastor: “«La mies es mucha y los obreros pocos; rogad, pues, al Dueño de la mies que mande obreros a su mies” (Mt 9, 37-38). Esta jornada viene a recordarnos cada año que debemos rezar por todas las vocaciones que constituyen el santo Pueblo de Dios, de modo especial el sacerdocio y la vida consagrada. Dios no se ha quedado afónico y sigue llamando a jóvenes de cualquier edad, que dejándolo todo se apresten a seguirle como respuesta a una vocación que les hace para el sacerdocio o para los carismas de la vida consagrada.

Vale la pena leer el mensaje que para esta ocasión ha escrito el Santo Padre, que tiene como hilo conductor una cuestión tan hermosa como comprometida: el testimonio suscita vocaciones. El Señor puede llamar como quiera, y de hecho llama según Él lo decide a cada uno. La vocación siempre y sólo la da Dios. Pero la pro-vocación nos la ha querido dejar a los que ya hemos sido llamados.

Solemos decir que nuestro mundo atraviesa una crisis vocacional, que nuestros jóvenes no se plantean estas cosas, que la sociedad actual ha dado la espalda a Dios y ha secularizado nuestros ambientes. Se podría añadir que la disminución de nacimientos influye también en esta crisis vocacional, o que la descomposición de la familia a veces inducida desde fuera con leyes y políticas desintegradoras complican que la respuesta a Dios sea tan diáfana y numerosa como antes.

Siendo parcialmente verdad todo esto, tenemos que decir que hay un factor que no se queda en esa explicación, sino que va más allá y nos interroga a los que hemos sido llamados al sacerdocio o a la vida consagrada: para llevar la vida que yo llevo ¿hace falta vocación? Porque si para vivir como yo vivo mi sacerdocio o mi vida consagrada no hace falta tener vocación, entonces no despertamos ninguna pro-vocación, es decir, nadie se preguntará ante Dios qué puede querer Él si nuestra vida es tristona, acomodada, mediocre, sin un apasionado amor al Señor, sin una verdadera comunión con la Iglesia, o con falta de entrega a los demás.

Como dice el Papa, «la fecundidad de la propuesta vocacional, depende primariamente de la acción gratuita de Dios, pero, como confirma la experiencia pastoral, está favorecida también por la cualidad y la riqueza del testimonio personal y comunitario de cuantos han respondido ya a la llamada del Señor en el ministerio sacerdotal y en la vida consagrada, puesto que su testimonio puede suscitar en otros el deseo de corresponder con generosidad a la llamada de Cristo. Este tema está, pues, estrechamente unido a la vida y a la misión de los sacerdotes y de los consagrados».

Benedicto XVI señala tres elementos fundamentales y deseablemente reconocibles en toda vocación al sacerdocio y a la vida consagrada: la amistad con Cristo, el don total de sí mismo a Dios y a los otros, y la comunión con la Iglesia. Es precioso el comentario que hace de estos tres elementos. Y recordando el testimonio del Cura de Ars, ha vuelto a subrayar cómo este santo sacerdote enseñaba con el testimonio de la vida. Es la vida la que puede hacerse pro-vocación de la vocación que Dios da.

En este año jubilar para los sacerdotes, hagamos nuestra la oración de Jesús y pidamos que nos dé muchos y santos sacerdotes, muchos y santos consagrados, que ofrezcan sus labios al evangelio y sus manos a la gracia. La Iglesia y la humanidad necesita de ellos. Ojalá que nuestra humilde pro-vocación ayude a descubrir a otros la vocación recibida.
Recibid mi afecto y mi bendición.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca
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viernes, 23 de abril de 2010

Lectio Divina del 25 de abril de 2010. Ciclo C



Mis ovejas reconocen mi voz.
Juan 10:27-30
Mis ovejas reconocen mi voz, y yo las conozco y ellas me siguen. Yo les doy vida eterna y jamás perecerán ni nadie me las quitará. Lo que el Padre me ha dado es más grande que todo, y nadie se lo puede quitar. El Padre y yo somos uno solo.
Otras lecturas: Hechos 13:14, 43-52; Salmo 100:1-3, 5; Apocalipsis 7:9, 14-17
LECTIO:
Estos pocos versículos forman parte de un pasaje más largo en el Juan recoge un interesante debate entre Jesús y el pueblo a propósito de su relación con Dios Padre.
Y el final de todo aquello es que la gente quiere apedrear a Jesús. Cuando Jesús les preguntó sobre sus intenciones criminales, respondieron: ‘No vamos a apedrearte por ninguna cosa buena que hayas hecho, sino porque tus palabras son una ofensa contra Dios. Tú, que no eres más que un hombre, te haces Dios a ti mismo’ (Juan 10:33).
Jesús penetra sus corazones con más profundidad de lo que se creían. Sabía que no le aceptarían ‘porque no sois de mis ovejas’ (versículo 26). Y no eran ovejas suyas porque el Padre no les había concedido ser creyentes suyos.
Jesús alude al don misterioso y a la maravillosa gracia de la fe. Nadie puede creer en Jesús a no ser que se lo conceda la gracia del Padre.
En Juan 6 Jesús expresa esta idea de distinta manera. Jesús les dice a sus desconcertados oyentes que él es el pan de Dios y que necesitan comerle si quieren vivir (Juan 6:25-59). Una vez más es preciso el generoso don de Dios para tener fe y creer. Y el Padre es el único que concede esa gracia.
Si Dios Padre otorga esa gracia a una persona, ésta pertenece a Jesús y se convierte en una de sus ‘ovejas’. Recibe así la capacidad de madurar en el conocimiento de todo lo que enseña Jesús y de recibir la vida eterna. Pero para que se produzca ese crecimiento necesitamos estar constantemente en contacto con Jesús.
Las gentes que querían apedrear a Jesús todavía no habían recibido del Padre el don de la fe. Si hubieran abierto sus mentes y sus corazones, habrían visto que aquella era una oportunidad de buscar la ayuda del Padre y su gracia para creer. Pero las ‘cabras’ (Mateo 25:32) no quisieron escuchar y se negaron a aceptar a Jesús como Hijo de Dios.
En esta época nuestra de tanta incertidumbre, no podemos contar con mayor promesa que la que Jesús les hace a quienes le siguen: nada ni nadie puede separarnos de Dios. Romanos 8:38-39 nos explica todo esto mucho mejor. No cabe duda de que nada puede separarnos del amor de Dios que se nos ha mostrado en Cristo Jesús. Esta promesa no se limita a esta vida, sino que se prolonga, más allá de nuestra muerte, hasta la eternidad.
MEDITATIO:
■ En estos pocos versículos Jesús menciona los diversos beneficios de ser una de sus ovejas. Piensa en lo que significa para ti cada una de ellos.
■ Como cristianos, creemos que Dios todo lo sabe, pero a veces actuamos y rezamos como si no fuera así. En el versículo 27 Jesús nos recuerda que él conoce personalmente a cada una de sus ovejas. ¿Te consuela esto, o más bien te inquieta? Considera tu respuesta a esta pregunta.
■ ‘Mis ovejas reconocen mi voz…y ellas me siguen’ ¿Cuál es tu capacidad de escuchar la voz de Jesús y de realizar lo que te dice? Pregúntale a Jesús qué es lo que más te conviene para ayudarte a ser más obediente.
■ Si la Fe en Jesús es un don del Padre, ¿de qué manera debe influir esto mismo en nuestra actitud hacia quienes no creen en Jesús?
ORATIO:
Ofrécele a Dios en tu oración lo que él mismo te revela a través de este pasaje, e incluso tu propio tiempo de meditación. No te precipites, ten calma.
Lee el Salmo 100 y utilízalo para darle gracias a Dios por haberte concedido el don de la fe en Jesús.
CONTEMPLATIO:
¿Te has parado a pensar que, como creyente, tú mismo eres un regalo del Padre a su Hijo Jesús? Piensa en tu relación con Jesús como pastor tuyo.
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miércoles, 21 de abril de 2010

Comentarios al evangelio del día 25 de abril de 2010


Como Pastor Bueno (Juan 10,27-30)

El Buen Pastor era una imagen cercana para aquellos oyentes de Jesús, tan acostumbrados al pastoreo tanto en su vida nómada como en la asentada. Pero aquella parábola era casi una crónica autobiográfica de Jesús en relación con aquellas gentes: no ser extraño ni extrañarse, dar vida y darse en la vida, hasta dejarse la piel antes que nadie pueda arrebatarlas. Aquí se dibujaba el estupor ante Jesús que experimentaban cuantos oían su voz y ya no dejarían de reconocerla permaneciendo junto a Él.

En esa convivencia con Jesús, rápidamente se entendía su “secreto”. Y consistía en que este Maestro no estaba huérfano: tenía un Padre, en cuyas manos Jesús cuidaba sus ovejas, y de allí nadie podrá arrebatarlas. Jesús, el Padre, nosotros. El Pastor, el Redil, las ovejas. Como en la metáfora del evangelio y como en la vida de cada día. En nuestro mundo, hay tantas voces de gente que se ofrece a “cuidarnos” y a velar por nuestras mil “seguridades”. Pero uno sospecha de tanto favor “desinteresado” cuando en el fondo te ves a la intemperie, cargado de avisos, de normas, de recortes, de intereses y controles, de amenazas... y con demasiado poco corazón, buscando tal vez tan sólo que compremos su marca, o votemos sus siglas, o coreemos su afición. El Buen Pastor no tenía ninguno de esos precios, sino que el dar la vida se hacía gratis, por amor.

No obstante, aquel Buen Pastor no se quedó allí, hace dos mil años. Él ha prometido su presencia y cercanía hasta el final de los tiempos. Seremos “ovejas” de tan Buen Pastor si también nosotros oímos su voz, palpamos su vida entregada, y las manos del Padre de las que nadie nos podrá arrebatar. En la medida en que permanecemos en ese Pastor Bueno, crece nuestro corazón y se ve rodeado de una paz que no engaña, y de una esperanza sin traición. Tenemos necesidad de pastores que nos recuerden las actitudes del Buen Pastor, y debemos pedir al Señor que nos bendiga con muchos y santos sacerdotes según el corazón de Dios. Pero cada uno, desde la vocación que haya recibido, debe testimoniar lo que supone la compañía de tal Buen Pastor: dejarse pastorear es dejarse conducir hacia el destino feliz para el que fuimos creados, para que aquello que Él nos prometió se siga cumpliendo, y esto llene de alegría a nuestro corazón, de esa alegría de la pascua, que como las ovejas de Jesús de las manos del Padre, nadie nos podrá arrebatar.


+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca
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martes, 20 de abril de 2010

Nace una nueva congregación religiosa en Jerez para las personas sin hogar


Hermanos de la Misericordia, ángeles de los sin techo

La congregación comienza con dos sacerdotes y tres novicios. Atenderán a los "que ya estén durmiendo en la calle, a los que salgan de la cárcel y a los que tengan problemas de salud mental"


Monseñor José Mazuelos Pérez, obispo de Asidonia-Jerez, oficiará la Eucaristía en la que, hoy miércoles, serán bendecidos los hábitos de los Hermanos de la Misericordia. Se trata de una nueva congregación que nace en Jerez al servicio de las personas sin hogar, a las que atenderán desde el nuevo Hogar San Juan que, en la calle Domecq, ocupa ya las instalaciones que hasta hace poco fueron residencia de ancianos de las Hermanitas de los Pobres, que por falta de vocaciones tuvieron que abandonar la ciudad. Lo cuentaVirginia Agar en "Información."

Aunque todavía estamos ultimando algunos trámites, nuestro propósito no es abrir un albergue o un comedor social sino servir de familia de soporte en un proceso de reconstrucción personal" en el que intentarán convertirse en el "apoyo" de las personas que actualmente estén atravesando por un mal momento en sus vidas.Y es que "eso de que están en la calle porque quieren" es un juicio muy simplista para el sacerdote procedente de la Orden de San Juan de Dios Juan Carlos Durán Holguera, que llegó a Jerez hace unos meses, pergeñando el proyecto junto al Hermano Antonio Sabido Salguero, procedente de la Diócesis de Mérida-Badajoz.Consideraron que esta ciudad sería un buen lugar para el Hogar San Juan porque "aquí hay un volumen considerable de personas con esta necesidad", por lo que también contarán con la ayuda de "tres jóvenes" que recibirán hoy sus hábitos y de personal voluntario.


En concreto, encaminarán su actividad inicialmente a varones "que ya estén durmiendo en la calle pero también dirigiremos nuestra atención a los recién salidos de la cárcel que carezcan de familia, a las personas con problemas de salud mental,..." a los que darán cobijo y comida, por lo que "ya solicitamos la ayuda de los jerezanos" que pueden colaborar con esta nueva congregación religiosa mediante la entrega de ropa o alimentos.En cuanto a plazas "aún no tenemos definido el número" pues su idea es "ir creando grupos de ayuda" para lo que mantendrán conversaciones con el Ayuntamiento de Jerez.Encaminarán su actividad a los "que ya estén durmiendo en la calle, a los que salgan de la cárcel y a los que tengan problemas de salud mental".Esta nueva congregación ya apela a la solidaridad de los jerezanos, puesto quenecesitan ropa y alimentos para el Hogar San Juan.
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lunes, 19 de abril de 2010

Estilo de vida “pascual”


Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios.

No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión: bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.

Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.

Carta a los Colosenses 3, 1-3. 9-14
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domingo, 18 de abril de 2010

LA PASTORAL DE LA SALUD III


..... y en los hospitales

La enfermedad es una experiencia decisiva en la vida de cualquier ser humano. Afecta a todas las personas, ya que, cuando uno enferma, enferma en su totalidad y entra en un mundo diferente del habitual y cotidiano. El equilibrio que caracteriza el estado de salud se rompe y el enfermo entra en una crisis cuyos rasgos más importantes se puede describir que la enfermedad provoca una convulsión interior de quien la padece; el cuerpo se vuelve molesto y rebelde, desconocido y amenazador, y el enfermo, al que le surge inevitablemente las preguntas: ¿qué sentido tiene mi vida?; ¿por qué me ha tocado a mí?; ¿cómo puede permitir Dios esto?; ¿por qué, Señor?.... se ve obligado tarde o temprano a mucha atención sanitaria, a una atención integral para poder restablecerse, o para asumir sanamente la enfermedad, para luchar contra la muerte o para poder aceptarla y vivirla con dignidad cuando llega, por lo que necesariamente tenemos que acudir a los Hospitales.

Las conquistas tecnológicas y científicas, gracias a Dios, son cada vez más espectaculares, pero la relación asistencial entre el cuidador y el enfermo es cada vez más distante e instrumental, menos humana e interpersonal. Este progreso médico permite intervenir de manera más eficaz en orden a aliviar el sufrimiento y prolongar la vida, pero plantea complejos y delicados problemas morales.
Los avances de la medicina moderna han traído consigo la superación de muchas enfermedades y el aumento de la duración media de vida, pero también el debilitamiento psicológico, social y espiritual ante el sufrimiento.
Y al igual que apuntaba cuando me refería a la atención y acompañamiento espiritual a los enfermos en sus casas, la Pastoral de la Salud debe estar y está en los Hospitales, teniendo en cuenta que son derechos fundamentales que la sociedad, y por tanto la Iglesia, asegurará a cada ciudadano, independientemente de la edad, la cultura y la fe religiosa que posean.
La Iglesia Católica, por medio del Capellán y los Agentes de Pastoral, garantizan el derecho a la asistencia religiosa de los enfermos internados, sus familiares y cuidadores, haciendo de él un factor terapéutico integrado en el conjunto de la asistencia hospitalaria.
Por medio del “servicio de asistencia religiosa”, la Iglesia se hace presente en el marco hospitalario, acompañando a los miembros de la comunidad cristiana, entrando en contacto igualmente con los enfermos no creyentes, para anunciar a todos ellos con gestos y palabras la Buena Nueva del amor de Dios manifestado en su Hijo Jesucristo, e intentando ayudarles a vivir el sentido cristiano de la enfermedad, de la curación, el sufrimiento o la muerte desde la fe y de asesorar en los problemas éticos.
El servicio se dirige también a todo el personal sanitario del centro, especialmente al católico, colabora con él, desde su propia identidad, en la atención integral al enfermo, apoyándole en su tarea, compartiendo con él los problemas éticos que se plantean en el ejercicio de su profesión y ofreciéndole una ayuda desinteresada.
En la actividad del Capellán y los Agentes de Pastoral tiene una gran importancia el encuentro personal con el enfermo. Ha de ser la expresión de su fidelidad a las palabras de Jesús: “estuve enfermo y me visitasteis” (Mt 25, 36). Por ello, hay que poseer una preparación adecuada, sabiendo distinguir entre la visita amistosa y la relación de ayuda, porque mientras la primera es bueno brindarla a todos los enfermos, la segunda es conveniente tan sólo para un grupo reducido de personas, creyentes en su mayoría, algunos con una fe de “piedad popular”, que están dispuestas a recorrer un camino más largo, profundo y continuo, sabiendo pasar de la conversación social al diálogo pastoral.
Para ello, brevemente, se aconseja:
a) concentrarse más en las personas que en los hechos externos.
b) saber escuchar, ser comprensivo y amable.
c) aceptar la tensión del enfermo, ayudándole a afrontar la realidad, aunque sea dura.
d) preocuparse más de ayudar que distraer, estando siempre disponible al acompañamiento del enfermo.
e) saber pasar de la discusión sobre Dios a la experiencia de Dios y a la relación con El.
Finalmente tener en cuenta que la enfermedad es un momento propicio para la oración, porque tiene un gran peso la realidad que se vive, y para ello debemos ofrecer esa invitación a cada uno, al igual que los Sacramentos propios de la Pastoral de la Salud, como son el de la Penitencia, la Eucarística y la Unción de los enfermos.

Felipe Bononato Saez
Diaócono de la Diocesis de Asidonia-Jerez
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miércoles, 14 de abril de 2010

Las noches oscuras del alma


Dios tiene una meta en nuestras vidas, que no se mide con la extensión de nuestra vida (...).

Habrá momentos en los cuales estamos realmente enojados con Dios: o bien totalmente deprimidos o totalmente desilusionados porque parece que Dios no esté haciendo nada...

Pero, aprovechando esos momentos de desconcierto (“las noches oscuras del alma”, como dicen los místicos) nuestra relación con Dios se puede volver más profunda.

Si yo alabo a Dios sólo cuando brilla el sol, mi fe es superficial.

David Watson
A Biograpy, 1992, p. 299)
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martes, 13 de abril de 2010

Los curas, la pederastia y lo que hay detrás


La Iglesia católica está viviendo una situación difícil. Uno de los delitos más execrables que se pueden cometer es el abuso sexual a los niños, y los casos de sacerdotes que han ejecutado ese delito se van sumando en diversas partes del mundo. Hasta el propio Benedicto XVI está puesto en solfa bajo la acusación de encubrimiento de un caso en la diócesis alemana de la que fue obispo y de otros, como responsable máximo, en el dicasterio vaticano de la doctrina de la fe.
Tengo, primero, que decirles que soy sacerdote. Y en mis funciones como pastor me he encontrado varias veces con la acusación abstracta, a los curas en general pero dicha a mí, de desviación sexual. Como no he ejercido el ministerio en ambientes de cristiandad, sino entre personas poco cercanas a la Iglesia, me ha tocado escuchar frases como ésta: "Pues dicen que todos los curas son bujarrones…". O directamente se me ha argumentado, más intelectualmente pero con la misma intención, que el celibato, que yo vivo como opción personal, no puede ser sino fuente de represión que lleva a desviaciones psíquicas y afectivas: "No, tú no; yo hablo de la mayoría".
Ya hace ya 20 años, un grupo de jóvenes de un movimiento apostólico con los que yo trabajaba hizo una encuesta entre sus compañeros sobre grupos sociales y marginación; el grupo que salió con más alto índice de rechazo social era el de los sacerdotes; sin que ellos hubieran conocido ningún "mal cura", más bien al contrario. Yo estaba a punto de ordenarme sacerdote y comencé a comprender que, en los ambientes anticlericales, a los que me sentía llamado a servir, iba a cargar con muchas culpas de las que yo no tenía ninguna responsabilidad, pero que iban a pesar directamente sobre mí. La gente de aquella barriada, cuya primera base social fueron presos del canal no identificaban en el grupo de "los curas" a los sacerdotes que habían luchado con ellos, codo con codo, para instaurar una sociedad de justicia y libertad.
Les digo todo esto porque no podía imaginarme que, negro sobre blanco, en periódicos de derechas y de izquierdas, sin reparo ninguno, se hicieran acusaciones soeces, ambiguas y generales sobre todos los sacerdotes, ante los casos concretos de abusos a menores y ante la forma de tratar esa situación, tan profundamente inhumana, de los máximos responsables eclesiásticos. El porcentaje de delincuentes por pedofilia entre el clero es mucho menor que en el resto de grupos sociales. Muchas de las acusaciones, que recaen sobre todos nosotros, tienen una componente política poco disimulada -aunque de esto se podía hablar más en las dos direcciones-. Pero como los creyentes sabemos que la Iglesia ha de estar siempre en proceso de conversión, esta situación creada nos ha de mover no a enrocarnos en la animosidad de algunas acusaciones, sino a buscar las raíces de este aluvión de casos de pederastia, que, en el porcentaje que sea, es una profunda anomalía en la comunidad cristiana y tiene que llevarnos a una actitud de sentido dolor y de efectiva transformación.
¿Por qué no se han denunciado a la Justicia en su momento los abusos de un sacerdote? Pues por la misma razón que las madres de muchos niños de los que han abusado un tío, un vecino, o su propio padre, no lo han hecho. Sopesaban el daño que se le podía seguir haciendo a su hijo, el estigma social con los que los marcaban, el calvario de juicios e interrogatorios que iban a sufrir, y, cuando el abusador era el propio padre, la vergüenza de ser hijo de un "ser tan despreciable" -por desgracia no hablo de memoria-. Pero en la Iglesia hay una razón-sinrazón más. La forma de entender el ministerio sacerdotal de una parte de la Iglesia se ha fundado en la dignidad y en el misterio de la ordenación, más que en el servicio apostólico a la comunidad cristiana. Se ha hecho, y se quiere hacer, del sacerdote un hombre que no es de este mundo, un hombre que por la ordenación pertenece ya al ámbito del misterio de lo sagrado, un hombre en el que lo que importan son sus poderes sacramentales, no su testimonio de vida. Se ha hecho hincapié no en una espiritualidad de servicio a la comunidad cristiana y al mundo que Dios ha creado, sino en una espiritualidad de la separación de ese mundo, en una actitud de poder sobre los cristianos y los diversos grupos de la Iglesia.
Yo valoro mucho la llamada de consagración que Dios nos ha hecho a muchos hombres y mujeres, y creo que el celibato es una inmensa riqueza en la Iglesia católica. Como todo lo humano, ambiguo; pero no podemos olvidar la libertad espiritual y pastoral que posibilita, ni la vida de entrega radical de tantos y tantos sacerdotes por el bien del mundo y de la Iglesia. Si la Iglesia romana se decide a ordenar a hombres casados será porque descubra la riqueza que supone el ministerio presbiteral desde la vida familiar, no como un mal menor. Pero en nuestro mundo la espiritualidad de los sacerdotes no puede ser una espiritualidad de "caparazón defensivo", no puede ser espiritualidad de separación, de ropas, de ritos, de dignidades impostadas; en un mundo secular, como el nuestro, la espiritualidad de los presbíteros ha de ser de consistencia interna, de vertebración personal. Nuestra espiritualidad ha de ser al modo del sistema óseo de los vertebrados, no como el caparazón de la tortuga.
Publicado en Diario de Sevilla, por José Joaquín Castrillon.
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domingo, 11 de abril de 2010

Se trata de enamorarse de la Palabra de Dios


Don Fabián García, Diácono de la diócesis de Málaga, y doña María Calero, su esposa: “Se trata de enamorarse de la Palabra de Dios” Sacramentum Caritatis ha sido el lema con el que varias decenas de diáconos permanentes se han reunido, del 1 al 4 de noviembre, en la localidad madrileña de San Lorenzo de El Escorial. El diácono más veterano de España explica este ministerio:

Con 71 años, y 26 de diácono perma­nente a sus espaldas, .el malagueño don Fabián García es el diácono per­manente con más antigüedad de España. El Concilio Vaticano 11 restauró el diaconado permanente, el primer grado del sacramento del Orden, por el cual los diáconos, .en co­munión con el obispo y su presbiterio, sir­ven al pueblo de Dios en el ministerio de la liturgia, de la Palabra y de la caridad». Son hombres cas.ados mayores de 35 años, o miembros de Instituto religiosos o seculares mayores de 25, que, a la vez que contienúan su trabaj, aceptan el ministerio en comendado a ellos por el obispo o su superior.

La vocación de don Fabián a este servicio fue indirecta. El entonces obispo de Málaga le ofreció esta posibilidad. .Yo no estaba muy convencido -explica-. Una de las cosas que más me costó fue renunciar a los tra­bajillos que me salían por las tardes», apar­te del trabajo como cartero, del que ya se ha jubilado. Además, no se sentía muy capaz de asumir esa tarea: .Soy muy torpe, le decía al obispo. Pero, al final, la llamada pudo más que yo». La clave para vivir su minis­terio la encuentra Fabián en la respuesta que le dio el obispo a sus dudas: .Tú ena­mórate de la Palabra de Dios cada día un poco más».

Reconoce que los principios fueron «difíciles». En Málaga, se formaron juntos siete u ocho aspirantes, pero «ni nosotros sabía­mos dónde íbamos. En una conversación con un obispo, le dije que, si esto era obra de Dios, saldría adelante; y si no lo era, se acabaría, como «tantas otras cosas».

Aún hoy, varias décadas después, Fabián le sigue pidiendo a Dios todos los días que «vaya clarificando su labor», pues todavía es un ministerio incipiente, que él vive como algo distinto al sacerdocio: No somos su­plentes, ni una solución para la falta de vo­caciones. Ni tampoco un sacerdote pisa el ministerio de un diácono. Cuando nos sen­timos pisados por el sacerdote, es porque nos falta humildad». La labor del diácono es diferente; don Fabián la define como «más al lado del pueblo. Nosotros tenemos nues­tra familia y nuestros problemas en el tra­bajo y, al ser más cercanos, parece que nos comprenden mejor». De hecho -explica su mujer, doña Maria Calero-, «la gente senci­lla entendió enseguida» la incorporación de los diáconos.


Más, Y más jóvenes

En 1991 había en España unos cien diá­conos permanentes. Ahora, la cifra se ha duplicado, y cerca de la mitad de ellos están en Andalucía. Fabián y María creen que se debe a que allí han .estado más educados en la pobreza, y, al tener menos, hay que dejar menos».


Además, va habiendo diáconos jóvenes, aunque su presencia en el Encuentro Na­cional fuera limitada: .Aquí hay pocos por­que llevan pueblos pequeños y tenían que estar allí para las celebraciones de Todos los Santos y los Fieles Difuntos».


Son los menos, pero algunos diáconos hacen las funciones de párroco en pueblos a los que, aparte, va un sacerdote para ce­lebrar la Eucaristía. Se suele tratar de los más jóvenes, para evitar que una familia con más obligaciones sé tenga que mudar. Durante algo menos de un año, Fabián tam­bién tuvo una parroquia a su cargo, aun­que en la mayor parte de sus 26 años de ministerio ha realizado otras tareas: Caritas, trabajo con drogadictos, y la celebración y preparación de los bautizos y bodas. Ahora, dedica la mayor parte de su tiempo a la ca­pellanía del cementerio, además de sus obli­gaciones familiares. Antes que diáconos -subraya-, somos hombres casados. Por ejemplo, «por las mañana tengo que llevar a los nietos al colegio». Es una situación, ex­plica María, que los superiores tienen en cuenta».


Ella lo sabe, porque las mujeres de los diáconos permanentes en cierto sentido tie­nen que compartir la vocación de sus mari­dos: .A veces digo, en broma, que somos como semiviudas. No podemos contar tan­to con nuestro marido como otras mujeres, yeso es un sacrificio. Pero yo lo llevo bien porque me he criado en la Iglesia y lo sien­to como algo mío». Al oír esto, su marido señala que, muchas veces, María pasa más tiempo en la parroquia que él, aunque .no por ser la mujer del diácono -corrige ella-, sino «porque lo he hecho siempre».


Pastoral de cementerio Cuatro días a la semana, el diácono permanente Fabián García desarrolla su ministerio en un cementerio de Málaga. Esta entusiasmado con esta pastoral, «muy dura pero muy bonita». En un momento tan delicado como la muerte de un ser querido, «con cualquier gesto de cariño representas a Cristo» y puedes ofrecer la esperanza del Evangelio. Hace poco, en el entierro de una profesora de Instituto que no era creyente, pidió permiso para pronunciar unas palabras a los alumnos: «Si lloráis, es que ella os ha tratado con cariño. Procurad "seguir sus pasos». El marido, que tampoco "era creyente, se acercó para compartir cómo, en el hospital, su mujer le había dicho: Qué pena no tener fe, con la faltita que me está haciendo. «Ésas son las cosas que te dan fuerza para seguir». Sin embargo, Fabián echa de menos tiempo y personas dispuestas a visitar o llamar por teléfono a la familia cuando han pasado unos días; algo que, cuando lo ha hecho, «causa un efecto tremendo y despierta la confianza y la fe».


Este articulo fué realizado por María Martínez López, periodista de Alfa y Omega, y publicado el 8 de Noviembre.
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Misa por el eterno descanso de Mnsr. Peteiro


El próximo lunes 12 a las 19:00 horas tendrá lugar una Misa por el eterno descanso de monseñor Antonio Peteiro, el que fuera durante veintidós años arzobispo de Tánger. Será en las Misioneras de la Caridad de la Madre Teresa de Calcuta (Paseo de la Ermita del Santo nº46 de Madrid), aquellas religiosas que él llevó a Tánger de mano de Madre Teresa. La presidirá el cardenal monseñor Carlos Amigo, que le precedió en la sede tangerina. Monseñor Peteiro fundó la Asociación Padre Lerchundi, para el apoyo a la archidiócesis de Tánger, que organiza esta Eucaristía.
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sábado, 10 de abril de 2010

Nota de la Conferencia Episcopal Cubana por la muerte de Orlando Zapata



El comité permanente de la Conferencia Episcopal Cubana ha hecho público uncomunicado ante la muerte del preso Orlando Zapata, fallecido a consecuenciade la huelga de hambre para protestar por la situación de los derechoshumanos en Cuba:
Por los medios internacionales de prensa hemos conocido que el presoOrlando Zapata Tamayo, de 42 años de edad y vecino del municipio de Banes,albañil de profesión, quien acumulaba una condena de 36 años de prisión,falleció en la Habana después de 83 días de huelga de hambre.

Era considerado preso de conciencia y la huelga que le costó la vida ibadirigida a que se atendieran sus reclamaciones en cuanto al régimenpenitenciario.La muerte, en estas condiciones es una tragedia para todos porque se tratade la vida de una persona, que es siempre el bien mayor a proteger yconservar por todos.La Iglesia Católica, por tal motivo, en situaciones similares trata de disuadir a que no se utilicen métodos de reclamación que pongan en peligrola propia vida, lo cual es una forma de violencia que ejerce la personasobre si misma.
La Iglesia solicitó, en varias ocasiones visitar al Sr. Zapata lo cual nopudo realizarse. De la misma manera ha pedido y reitera su petición a lasautoridades que tienen en sus manos la vida y salud de los prisioneros quese tomen las medidas adecuadas para que situaciones como éstas no se repitany, al mismo tiempo, se creen las condiciones de diálogo y entendimientoidóneo para evitar que se llegue a situaciones tan dolorosas que nobenefician a nadie y que hacen sufrir a muchos.Hacemos llegar a la madre del Sr. Zapata, a sus familiares y a sus seresqueridos nuestras condolencias y la seguridad de nuestras plegarias.Pedimos a Dios que todos sepamos escuchar el llamado de Jesucristo atrabajar por el bien común como si se tratara de nuestro propio bien.Que la Virgen de la Caridad con su presencia benefactora haga que todos loscubanos nos sintamos y seamos hermanos.
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viernes, 9 de abril de 2010

LECTIO DIVINA PARA EL 11 DE ABRIL 2010


SEÑOR MÍO Y DIOS MÍO
Juan 20:19-31
Al llegar la noche de aquel mismo día, primero de la semana, los discípulos estaban reunidos y tenían las puertas cerradas por miedo a los judíos. Jesús entró y, poniéndose en medio de los discípulos, los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!
Dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y ellos se alegraron de ver al Señor.
Luego Jesús dijo de nuevo: ¡Paz a vosotros! Como el Padre me envió a mí, también yo os envío a vosotros. Dicho esto, sopló sobre ellos y añadió: Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedarán perdonados; y a quienes no se los perdonéis, les quedarán sin perdonar. Tomás, uno de los doce discípulos, al que llamaban el Gemelo, no estaba con ellos cuando llegó Jesús. Después le dijeron los otros discípulos: Hemos visto al Señor.
Tomás les contestó: Si no veo en sus manos las heridas de los clavos, y si no meto mi dedo en ellas y mi mano en su costado, no lo creeré. Ocho días después se hallaban los discípulos reunidos de nuevo en una casa, y esta vez también estaba Tomás. Tenían las puertas cerradas, pero Jesús entró, y poniéndose en medio de ellos los saludó diciendo: ¡Paz a vosotros!
Luego dijo a Tomás: Mete aquí tu dedo y mira mis manos, y trae tu mano y métela en mi costado. ¡No seas incrédulo, sino cree! Tomás exclamó entonces: ¡Mi Señor y mi Dios! Jesús le dijo: ¿Crees porque me has visto? ¡Dichosos los que creen sin haber visto! Jesús hizo otras muchas señales milagrosas delante de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero estas se han escrito para que creáis que Jesús es el Mesías, el Hijo de Dios, y para que creyendo tengáis vida en él.
Otras lecturas: Hechos 5:12-16; Salmo 118:2-4, 22-27; Apocalipsis 1:9-13, 17-19

LECTIO:
Una vez más, Juan nos hace traspasar puertas cerradas para que tomemos parte en un encuentro privilegiado con Cristo resucitado. Muchos relatos semejantes a este circulaban entre los cristianos que vivían en Jerusalén después de su muerte en torno al año 30. Los evangelistas utilizaban aquellas mismas historias para enseñar.
Hoy asistimos a una reunión dominical de los discípulos. De repente, aparece Jesús y los discípulos se llenan de alegría. Los envía a propagar el evangelio, les da autoridad para perdonar pecados y les infunde el aliento para que reciban el Espíritu Santo.
Por desgracia, uno de los doce discípulos, Tomás, no estaba allí para participar de la experiencia. Cuando los otros le dicen que han visto vivo al Señor Jesús, no los cree.
Con no poca precipitación declara que sólo creerá si puede tocar las heridas de los clavos en las manos de Jesús y en el costado.
La comunidad vuelve a reunirse al domingo siguiente. Y esta vez está Tomás con ellos. Se aparece el Señor y los saluda. Sorprendentemente, Jesús invita a Tomás a que compruebe sus heridas metiendo los dedos en las manos taladradas y la mano entera en la herida del costado.
Enfrentado a la innegable realidad de la presencia de Jesús, Tomás queda sobrecogido y declara que Jesús es su Señor y su Dios.
Tomás realizó una profesión de fe porque vio a Jesús resucitado. Pero Jesús mira más lejos, hacia todos aquellos que llegarán más tarde y creerán sin haberle visto físicamente.

MEDITATIO:
■ Imagina el gozo y la impresión que debieron sentir los discípulos cuando vieron a Jesús resucitado.
■ La Fe de Tomás se encendió cuando vio al Señor resucitado. En tu caso, ¿crees o andas buscando más pruebas antes de ser capaz de aceptar a Jesús como tu Señor viviente?
■ Jesús les dijo a sus discípulos: ‘¡Paz a vosotros!’. Considera el significado de estas palabras llenas de aliento.

ORATIO:
‘¡Señor mío y Dios mío!’. Esta fue la declaración de fe de Tomás. Es una oración sencilla pero profunda. ¿Puedes hacerla tuya y rezar con ella a lo largo de la semana que ahora empieza? Permanece abierto a Dios, que te habla cada vez que pronuncias tu propia profesión de fe y de confianza en él.

CONTEMPLATIO:
Seguimos celebrando la resurrección de Jesús.
Considera los versos del Salmo 118:“El amor del Señor es eterno.”
“La piedra que los constructores despreciaron se ha convertido en la piedra principal”. Estos lo ha hecho el Señor, y estamos maravillados. Este es el día en que el Señor ha actuado, ¡estemos hoy contentos y felices!
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jueves, 8 de abril de 2010

CARTA PASTORAL a los DIÁCONOS EN EL AÑO SACERDOTAL


MISA CRISMAL

Muy estimados diáconos:

Recibid, en nombre de la Diócesis y en el mío propio, el nuestro más cordial saludo en el marco de la Misa Crismal. El motivo de esta carta es que este año nuestra celebración tiene un significado especial, por el hecho de que la hacemos dentro del Año dedicado especialmente a la renovación espiritual de los Sacerdotes. Y, como diáconos, estáis muy cerca de ellos, sea para ser también ordenados, sea porque de hecho vuestro ministerio es una ayuda bien valiosa para el presbítero y para el obispo.

Este año hemos podido hablar personalmente con cada uno de vosotros, en conversación fraternal, centrados, no tanto en la tarea pastoral, cuanto en las vuestras personas, vuestras situaciones personales y familiares, y como ministros ordenados al servicio de la Iglesia. Creo que compartimos la satisfacción de haberlo podido hacer. De esta conversación me sale una plegaria de proclamación y acción de gracias a Dios por todos vosotros, diáconos, porque a la Diócesis podemos gozar de vuestro servicio. Recibid también, por lo tanto, nuestro agradecimiento por la generosidad, con la cual os habéis entregado al que la Iglesia os ha pedido.

Vuestra proximidad a los sacerdotes hace que entendáis y, en cierta medida, participéis del mensaje que el Papa les ha dirigido, con motivo de este Año Sacerdotal.

"Promover el compromiso de renovación interior de todos los sacerdotes, porque su testimonio evangélico al mundo de hoy sea más intenso y incisivo; favorecer la tensión de los sacerdotes hacia la perfección espiritual, de la cual depende sobre todo la eficacia de su ministerio; para hacer que se perciba cada vez más la importancia del papel y de la misión del sacerdote en la Iglesia y en la sociedad contemporánea"(1).

Estas palabras nos recuerdan dos compromisos: por una lado que los diáconos, como ministros ordenados también se deben sentir llamados a la renovación interior y a la verdadera atención a la perfección espiritual, en función de su testimonio particular ante el Pueblo de Dios y del mundo. Por otra que, desde su posición propia, deben contribuir a la santificación del sacerdote.

Os invito, por eso, a leer y meditar la carta que este año os ha dirigido el Prefecto de la Congregación para el Clero, el Cardenal Humes, el día 10 de agosto, festividad del gran diácono San Lorenzo. Hallareis una doble llamada a la renovación personal en el ministerio de la Palabra y en el de la Caridad. Son dos vertientes muy importantes de vuestra diaconía.

Pero, conociendo más cerca a las tareas que cada uno hacéis, he podido constatar que vuestras dedicaciones son muy variadas y que responden, lógicamente, a las diferentes circunstancias de la vida personal, familiar y comunitaria. Por eso, en este campo solo querría, recordar e insistir en aquello que tantas veces habréis meditado y que se debe aplicar a todo tipo de servicio diaconal: que la renovación personal, dentro del que podríamos nombrar “espiritualidad del diácono", apunta a reproducir vitalmente las actitudes de Jesucristo Sirviente, con su radical disponibilidad a la voluntad de Dios. Es por esta disponibilidad radical, como pueden ser de verdad aquellas famosas palabras de San Ignacio de Antioquía: "Que todos reverencien a los diáconos como Jesucristo......." El reto que tenéis adelante es pasar constantemente de "hacer servicios" a ser vitalmente "sirvientes".

En definitiva eso quiere decir que el amor del Espíritu que arraiga y habita en el corazón del diácono transforma en servicio generoso, gratuito, universal, todo lo que hace. Y eso no se puede lograr más que con el trato íntimo, profundo y constante con Jesucristo. Es una condición que se verifica en todo cristiano, pero más aún en aquellos que por la ordenación son sus ministros. Hablamos de rogativa personal, de estudio de la Palabra, de vida sacramental, de vida en común a la familia, de tiempo de receso...........

Por otro lado, así como significáis una ayuda califica para el presbítero y para el obispo en la tarea litúrgica y pastoral, así nos debéis ayudar en nuestro camino verdadero a la perfección. En primer lugar mediante la rogativa de intercesión por nosotros. Una oportunidad, o vuestra ayuda de todo tipo, que contribuya a facilitar la dedicación de tiempo necesario para su espiritualidad personal...

Sois una parte muy importante de nuestra Iglesia Diocesana. Desde el vuestro sentido de pertenencia a la Diócesis, el Espíritu nos bendice con vuestra ayuda, y en buena medida la salud de nuestro Pueblo depende de vuestra santidad personal.

Que Dios os bendiga, a vosotros y a vuestras familias. Y que la Virgen María de Montserrat, Sirvienta de Dios, os acompañe.


+Agustí Cortés Soriano
Obispo de Sant Feliu de Llobregat.
(1) Síntesis del objetivo del Año Sacerdotal, en el mensaje de los obispos de la Conferencia Episcopal Española(Asamblea plenaria del 27 de noviembre de 2009), sobre la base de texto del Papa Benedicto XVI: Carta para la Convocatoria del Año Sacerdotal (16 de junio de 2009) y Discurso a la Congregación del Clero (16 de marzo del2009).
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miércoles, 7 de abril de 2010

¡ Feliz Pascua de Resurrección !


Ya que la muerte no podía
engullir al Verbo sin el Cuerpo,
ni los infiernos acogerlos sin carne,
nació de la Virgen,
para poder descender mediante el cuerpo
al reino de los muertos.
Gloria a Ti que has hecho de tu cruz
un puente sobre la muerte.
Gloria a Ti que te has revestido
del cuerpo del hombre mortal
y lo has transformado
en manantial de vida
para todos los hombres.

(San Efrén Discurso sobre el Señor 9, 3-4)
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martes, 6 de abril de 2010

Intenciones confiadas del Papa para Abril de 2010


El fundamentalismo y el extremismo.
General: Para que toda tendencia hacia el fundamentalismo y el extremismo sea contrarrestada por el constante respeto, la tolerancia y el diálogo entre todos los creyentes.

Los cristianos perseguidos.
Misionera: Para que los cristianos perseguidos por causa del Evangelio, sostenidos por el Espíritu Santo, perseveren en el fiel testimonio del amor de Dios por toda la humanidad.
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lunes, 5 de abril de 2010

Comentarios al evangelio del día 11 de abril de 2010



Y fue verdad (Juan 20,19-31)

Era la mañana de pascua. Aquellos primeros discípulos estaban encerrados a cal y canto, llenos de miedo. Jesús se presenta en medio de ellos: Yo en persona desde estas señales de muerte Yo os saludo con mi Vida.
“Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor”. Era salir de una pesadilla y ver con sus ojos el milagro de las promesas de su Maestro cumplidas; recibir su paz en medio de todas las tormentas que les apenaban interiores y colectivas. Cuando llegó Tomás, el que faltaba, rápidamente le dieron la gran noticia: “hemos visto al Señor”. Pero era insuficiente para quien también “había visto” el proceso del Señor. No era fácil borrar de su recuerdo ese pánico que hizo esconderse a sus compañeros. Por eso su reto: yo he visto cómo Él ha muerto. Si decís que ha estado aquí, yo creeré si palpo vuestra evidencia.
La condescendencia de Dios hacia todas las durezas de los hombres, está representada en la respuesta que Tomás recibe por parte de Jesús, cuando al volver allí ocho días después, le dice que toque lo que le parecía imposible. Es el perfecto tipo de agnóstico, tan corriente hoy en día: no niego que esto haya sucedido, pero si no lo veo y no lo palpo, no creo. Y este “agnosticismo” Jesús lo llamará sencillamente incredulidad: “trae tu mano y métela en mi costado, y no seas incrédulo sino creyente”. La hermosa respuesta de Tomás, es la que algunos creyentes recitamos interiormente tras la consagración de la Eucaristía: “Señor mío y Dios mío”, dando fe a la Presencia real de Jesucristo, que los sentidos nos hurtan en la apariencia del pan y del vino.
Hoy quienes creemos en la Resurrección de Jesús, tenemos que prolongar aquél diálogo entre Jesús y sus discípulos: anunciar la vida en los estigmas de la muerte en todas sus formas.
Somos los testigos de que aquello que aconteció en Jesús, también nos ha sucedido a nosotros: el odio, la oscuridad, la violencia, el miedo, el rencor, la muerte... es decir, el pecado, no tienen ya la última palabra. Cristo ha resucitado y en Él han sido muertas todas nuestras muertes. De esto somos testigos. A pesar de todas las cicatrices de un mundo caduco, insolidario, violento, que mancha la dignidad del hombre y no da gloria a Dios, nosotros decimos: Hemos visto al Señor. Ojalá nuestra generación se llene de alegría como aquellos discípulos, y como Tomás diga también: Señor mío y Dios mío.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Admin. Apost. de Huesca y de Jaca
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sábado, 3 de abril de 2010

LECTIO DIVINA PARA EL DOMINGO RESURRECCION 04 DE ABRIL 2010


HA RESUCITADO
Juan 20:1-9
El primer día de la semana, María Magdalena fue al sepulcro muy temprano, cuando todavía estaba oscuro, y vio quitada la piedra que tapaba la entrada. Corrió entonces a donde estaban Simón Pedro y el otro discípulo, aquel a quien Jesús quería mucho, y les dijo: –¡Se han llevado del sepulcro al Señor y no sabemos dónde lo han puesto!
Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Los dos iban corriendo juntos, pero el otro corrió más que Pedro y llegó primero al sepulcro. Se agachó a mirar y vio allí las vendas, pero no entró. Detrás de él llegó Simón Pedro, que entró en el sepulcro. Él también vio allí las vendas, y vio además que la tela que había servido para envolver la cabeza de Jesús no estaba junto a las vendas, sino enrollada y puesta aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que había llegado primero al sepulcro, y vio lo que había pasado y creyó. Y es que todavía no habían entendido lo que dice la Escritura, que él tenía que resucitar.
Otras lecturas: Hechos 10:34, 37-43; Salmo 118:1-2, 16-17, 22-23; Colosenses 3:1-4
LECTIO:
Es ésta una lectura fascinante. Ha desparecido el cuerpo de Jesús y María Magdalena es la primera que aparece en escena. Puedes leer su encuentro con Jesús en los versículos que siguen a la lectura de hoy.
Este pasaje se centra principalmente en los dos discípulos, Pedro y otro al que la tradición identifica como el apóstol Juan.
El narrador nos dice que Juan cree en la resurrección de Jesús tan pronto como ve los lienzos abandonados en la tumba. ¿Qué hace que Juan crea que Jesús está vivo? Algunos comentaristas piensan que la manera particular en que estaban doblados era la manera propia de Jesús, algo que Juan reconoció inmediatamente. Quienquiera que lo hubiera hecho no estaba muerto sino vivo. Sin duda, tenía que ser Jesús. Este fue el primer encuentro de Juan con Cristo resucitado.
¿Hizo Juan partícipe de esta convicción a Pedro? No sabemos. Todo lo que se nos dice es que los discípulos todavía no entendían la escritura que decía que Jesús tenía que resucitar de entre los muertos. Esto cambiaría bien pronto. Pero cada individuo tuvo una experiencia ligeramente distinta.
María Magdalena, Pedro, Juan y los otros discípulos se encuentran cara a cara con Cristo en los versículos que siguen al relato de Juan en evangelio de hoy.
Los relatos de estos discípulos, de los que son testigos oculares, son fundamentales para la fe de los cristianos. Sabían que Jesús había muerto en la cruz, sabían con exactitud dónde estaba enterrado y cada uno se encontró personalmente con Cristo resucitado. Esos encuentros con el Señor resucitado confirmaban su fe en que él era efectivamente lo que decía que era: el Mesías Prometido, el Hijo de Dios.
MEDITATIO:
■ Imagínate en aquella primera mañana después de la crucifixión de Jesús. Despertar, tratar de comer o beber, ir a la tumba con María Magdalena, o con Pedro y Juan.
¿Qué pensarías? ¿Qué sentirías? Y en contraste con esto: ¿cómo te sentirías al acostarte aquella noche?
■ Piensa en cómo le podrías explicar a un amigo que no cree en Jesús por qué aquellos acontecimientos que sucedieron la primera Pascua siguen siendo tan importantes hoy día.
ORATIO:
Hoy es uno de los días más gozosos del calendario litúrgico.
Las palabras de los otros evangelistas ‘No está aquí; ha resucitado’ han resonado siglo tras siglo.
Busca tu propia alabanza y expresa tu gozo y tu agradecimiento a Dios.
Usa los versos del Salmo 118 para ayudarte.
CONTEMPLATIO:
‘Ya que habéis sido resucitados con Cristo, buscad las cosas del cielo, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios.’
Colosenses 3:1-4 nos dicen que en Cristo ya hemos experimentado nuestra propia ‘resurrección’ a una nueva vida espiritual.
Dedica algo de tiempo a reflexionar sobre lo que significa tener la ‘vida escondida con Cristo en Dios” y poner el corazón y la mente en el cielo en vez de en los afanes mundano.
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viernes, 2 de abril de 2010

LECTIO DIVINA PARA EL VIERNES SANTO 02 DE ABRIL 2010


EL SIERVO OBEDIENTE
Juan Capítulos 18:1-40 y 19:1-42 (No los trascribo por su extensión)

LECTIO:
Jesús nos presenta un relato sobrecogedor de la pasión de Jesús. Nos ofrece una perspectiva distinta de la de los otros evangelistas.
Se nos muestra a Jesús sufriendo a manos de los poderes de este mundo (18:12, 22; 19:1-3). A lo largo de todo el proceso, Jesús es el dueño de la situación. Es el juez de los que ahora le juzgan, pero se somete voluntariamente a su autoridad durante este tiempo (19:17).
Juan incorpora también el encargo de Jesús al ‘discípulo a quien él quería’ –aludiendo a Juan mismo (Juan 21:24) - que cuidara de su madre. Esto muestra la preocupación por el bien de su madre incluso en el trance de la cruz.
Juan también narra cómo un soldado le atravesó el costado con una lanza, en vez de quebrarle las piernas como a los otros dos a los que habían crucificado con él (19:32-34).
Juan explica que ‘estas cosas sucedieron para que se cumpla la Escritura’, refiriéndose al Salmo 34:20 y a Zacarías 12:10.
También nos refiere el detalle de que cuando le atravesaron el costado a Jesús ‘salió sangre y agua’. Literalmente hablando, se trata de una prueba de que Jesús estaba muerto, refutando así a los escépticos que más tarde tratarían de negar la resurrección alegando que Jesús no murió realmente. Algunos también sugieren que, en un plano simbólico, la sangre y el agua representan el bautismo y la sagrada eucaristía.
Encontramos más tarde a José de Arimatea, que le pide a Pilato el cuerpo de Jesús, y a Nicodemo (19:38-40). Los dos entierran a Jesús en un sepulcro nuevo cercano al lugar donde había muerto. Ambos eran miembros importantes del consejo y discípulos de Jesús en secreto. Jesús le había hablado a Nicodemo sobre su muerte, y sus palabras incluyen uno de los versículos más famosos de la Biblia, Juan 3:16: “Tanto amó Dios al mundo, que dio a su Hijo único, para que todo aquel que cree en él no muera, sino que tenga vida eterna.”
MEDITATIO:
■ ¿Qué aprendemos acerca de Jesús a partir de este relato de la Pasión? ¿Qué es lo que más te impresiona?
■ Considera por qué padeció Jesús el dolor, la humillación y la muerte en la cruz?
■ ¿Qué querría decir Jesús cuando dijo ‘Todo está cumplido”? ¿Qué significa para ti esa frase en la actualidad?
■ Otros dos personajes, Pedro y Pilato, desempeñan papeles muy importantes en estos capítulos. ¿Qué aprendemos de ellos?
ORATIO:
“Acerquémonos, pues, con confianza al trono de nuestro Dios lleno de amor, para que tenga misericordia de nosotros y en su bondad nos ayude en la hora de la necesidad.” Hebreos 4:16
Antes de presentarte hoy ante Dios en la oración, lee los versículos de Hebreos que nos presenta la liturgia. Explican por qué podemos atrevernos a acercarnos a Dios todopoderoso en oración y nos dicen que Jesús es ‘fuente de salvación eterna’.
Considera estas palabras y busca tu propia respuesta para con Dios.
CONTEMPLATIO:
Isaías 53 anuncia, palabrea por palabra, lo que hizo Jesús por nosotros. Dedica algún tiempo a leer este retrato conmovedor del ‘siervo sufriente’. Los versos 5, 6 y 7 nos recuerdan que Jesús fue a causa de nuestra rebeldía, fue atormentado a causa de nuestras maldades. Su sufrimiento nos concede la paz, y somos salvos, aunque errábamos como ovejas descarriadas. Jesús lo padeció todo humildemente, sin siquiera abrir la boca. Dedica algún
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jueves, 1 de abril de 2010

LECTIO DIVINA PARA EL JUEVES SANTO 01 DE ABRIL 2010


NATURALEZA DE SIERVO
Juan 13:1-15
Era la víspera de la fi esta de la Pascua. Jesús sabía que le había llegado la hora de dejar este mundo para ir a reunirse con el Padre. Él siempre había amado a los suyos que estaban en el mundo, y así los amó hasta el fin. El diablo ya había metido en el corazón de Judas, hijo de Simón Iscariote, la idea de traicionar a Jesús. Durante la cena, Jesús, sabiendo que había venido de Dios, que volvía a Dios y que el Padre le había dado toda autoridad, se levantó de la mesa, se quitó la ropa exterior y se puso una toalla a la cintura. Luego vertió agua en una palangana y comenzó a lavar los pies de los discípulos y a secárselos con la toalla que llevaba a la cintura.
Cuando iba a lavar los pies a Simón Pedro, este le dijo: –Señor, ¿vas tú a lavarme los pies?
Jesús le contestó: –Ahora no entiendes lo que estoy haciendo, pero más tarde lo entenderás.
Pedro dijo: – ¡Jamás permitiré que me laves los pies!
Respondió Jesús: –Si no te los lavo no podrás ser de los míos.
Simón Pedro le dijo: –¡Entonces, Señor, no solo los pies, sino también las manos y la cabeza!
Pero Jesús le respondió: –El que está recién bañado no necesita lavarse más que los pies, porque todo él está limpio. Y vosotros estáis limpios, aunque no todos.
Dijo: “No estáis limpios todos”, porque sabía quién le iba a traicionar. Después de lavarles los pies, Jesús volvió a ponerse la ropa exterior, se sentó de nuevo a la mesa y les dijo: ¿Entendéis lo que os he hecho? Vosotros me llamáis Maestro y Señor, y tenéis razón porque lo soy. Pues si yo, el Maestro y Señor, os he lavado los pies, también vosotros debéis lavaros los pies unos a otros. Os he dado un ejemplo para que vosotros hagáis lo mismo que yo os he hecho.
Otras lecturas: Éxodo 12:1-8, 11-14; Salmo 116:12-13, 15-18; 1 Corintios 11:23-26

LECTIO:
Juan es el único evangelista que nos ofrece este maravilloso ejemplo: Jesús lavándoles los pies a los discípulos.
Lavándoles los pies, Jesús se humilla de una manera que tuvo que dejar asombrados a los discípulos. El gesto habitual de hospitalidad consistía en que el anfitrión les ofreciera agua a los invitados para que éstos se lavaran ellos mismos los pies al entrar en la casa (Lucas 7:44). Podía encargarse este menester a un siervo o a un esclavo, o es posibles que los discípulos le lavaran los pies a su maestro, pero sería inconcebible lo contrario. Era algo completamente inaudito.
Este acto de humillación de sí mismo es un símbolo profundísimo de la crucifixión de Cristo. No podemos ganarnos la salvación por medio de nuestras acciones. Es mediante el humilde sacrificio del Hijo de Dios como somos salvos.
Al comienzo, Pedro no entiende el signo, y protesta. Jesús insiste en que Pedro debe permitirle lavarle los pies. Pedro vuelve a interpretar mal el signo y quiere ser purificado de pies a cabeza. Pero lo que Jesús está buscando es humildad. La humildad de recibir: la aceptación es la única manera en que podemos recibir su don de la salvación.
Con este gesto práctico Jesús también demuestra una lección muy importante a los discípulos –y a nosotros-, y es que tenemos que servirnos los unos a los otros, tal como él nos sirve.

MEDITATIO:
■ Piensa en el increíble acto de humildad que se nos muestra: ¡el Hijo de Dios lavándoles los pies a sus discípulos!
■ Jesús se humilló por nosotros hasta la muerte en una Cruz. Nosotros no podemos hacer nada para salvarnos. Sencillamente tenemos que responder al inmenso amor de Dios y aceptar el don de su salvación. Asómbrate ante este maravilloso regalo.
■ Considera de qué manera estás dispuesto a servir a los demás cristianos de tu iglesia. Pídele a Dios que te ayude a seguir el ejemplo de Jesús y que te muestre los medios para servir a tus hermanos cristianos.

ORATIO:
Dale gracias a Dios por la gran humildad de Jesús, que nos salvó del pecado y de la muerte eterna. Pídele al Espíritu Santo que te ayude a vencer el orgullo y el egoísmo.
Reza con las palabras del Salmo 116:12 como oración propia de este día: Presta atención a cualquier cosa que te quiera comunicar el Espíritu Santo. ‘¿Cómo podré pagar al Señor todo el bien que me ha hecho?’

CONTEMPLATIO:
Dedica algo de tiempo a reflexionar sobre el amor y el humilde sacrificio de Cristo, su dolorosa muerte por nosotros, su deseo infinito de estar en comunión con nosotros y conducirnos al Padre.
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Homilía en la Misa Crismal del arzobispo de Oviedo



Queridos Sr. Arzobispo emérito, Sr. Obispo auxiliar, hermanos en el sacerdocio, diáconos, seminaristas, miembros de la vida consagrada, fieles laicos: paz y bien.
«Sus heridas nos han curado» (1 Pe 2,24), escucharemos en estos días santos. Paradójicamente las heridas de un inocente serán el modo de curación para nuestros males culpables. No en vano se nos invitaba al comienzo de la cuaresma con aquel grito del apóstol Pablo: «Dejaos reconciliar con Dios» (1 Cor 5,2-6,20).
En la Misa Crismal que celebramos en la Semana Santa, acudimos con esta necesidad en nuestras vidas: la de dejarnos reconciliar con Dios y con cuanto Dios ama. En esta apertura en la que el Señor abraza nuestra pobreza más humilde, le descubrimos con su corazón de Padre que le hace madrugar cada mañana para otear nuestro regreso: el propio del hijo pródigo que se alejó huyendo a sus engaños, o el propio del hijo a sueldo que vivía en casa sin entraña filial.

Él nos reconcilia ofreciéndonos las heridas de su propio Hijo bienamado para que nuestras cicatrices sean curadas. Por este motivo consagraremos en esta especial Eucaristía los óleos santos, el aceite que la Iglesia vierte en nuestras heridas para hacerlas cristianas y nos permite vivir nuestra condición filial con Dios como pobres hijos, pero nunca como tristes huérfanos.

El crisma con el que fuimos ungidos en nuestro bautismo, con el que signaron nuestra frente al ser confirmados y con el que consagraron nuestras manos sacerdotales in aeternum, es el bálsamo bendito que hoy volveremos a pedir al cielo, para que nuestras heridas todas, nuestra circunstancia y nuestro ministerio, sea todo de veras untado con el óleo sagrado con el que Dios nos sostiene, nos fortalece, nos cura y envía. Que la alcuza de nuestra esperanza rebose de ese bálsamo santo y que seamos testigos de la reconciliación en un mundo dividido.

2. Aviva la gracia que recibiste por la imposición de las manos
Pero en esta Misa Crismal los sacerdotes ordenados vamos a renovar nuestras promesas sacerdotales. Quien preside en la caridad esta Iglesia particular como sucesor de los Apóstoles, el obispo, con sus hermanos presbíteros invita −y él es invitado− a renovar la respuesta a esta inmerecida llamada de ser sacerdotes de Cristo.

Desde los sacerdotes más ancianos o los que más recientemente han sido ordenados, todos tenemos una historia vocacional. Una historia en la que ha brillado el sol más radiante evidenciando el color que tiene la vida, o en la que no ha faltado quizás la noche cerrada hurtándonos la vista y la alegría. Entre esperanzas gozosas y cansancios escépticos, hemos ido surcando los distintos mares o adentrándonos en profundos valles en los que hemos dejado a raudales nuestra ilusión, nuestro buen hacer y también nuestras dudas o extravíos. Pero no somos rehenes de eso peor que nos hace resentidos, agriándonos el pálpito y la mirada, sino que queremos ser testigos de una novedad que nos permite estrenar lozanos lo que cada día se nos vuelve a regalar en nuestro ministerio desde una llamada que no quiere caer en el olvido.
Los sacerdotes somos revestidos con el atuendo celebrativo el día de nuestra ordenación sacerdotal por los compañeros que nos arropan y acompañan en tan feliz momento. Serán esos mismos compañeros u otros nuevos los que vuelvan a revestirnos poniendo sobre nuestro féretro las ropas sacerdotales el día en el que seamos llamados por el Señor. Entre uno y otro revestimiento sucede esa biografía sacerdotal con sus fechas, encomiendas, compañías y domicilios. San Pablo dirá con emoción a su discípulo Timoteo aquello que tantas veces hemos leído los sacerdotes: «Te recomiendo que reavives el carisma de Dios que está en ti» (2 Tim 1, 6). Efectivamente, cuando el obispo nos impuso las manos en la cabeza nos transmitía ese sagrado poder, un poder para servir, un poder ministerial, que nos hizo sacerdotes para siempre.

Estamos casi concluyendo el año jubilar sacerdotal con motivo del 150 aniversario de la muerte de un santo cura de pueblo: San Juan María Vianney, el cura de Ars. Al comienzo de este año de gracia quise recordar que este patrono nuestro no escribió tratados místicos ni sumas teológicas, no fue célebre por viajes misioneros ni por haber fundado una cadena de monasterios. Su virtud más eminente fue vivir con sencillez su ser sacerdotal. Dios y las almas en su corazón de cura bueno. Predicar como quien transmite la verdad del evangelio sin arrogancia y sin traición. Visitar a los enfermos como quien lleva el bálsamo más importante, que es la esperanza. Acoger a los pecadores en la confesión, para ofrecer la misericordia tierna y fiel del Padre Dios. Celebrar los sacramentos todos: la santa misa, los bautismos, los matrimonios; dar catequesis y caminar junto a tu pueblo.

Este santo cura de Ars es nuestro patrono como sacerdotes. En su año jubilar estamos teniendo un motivo para renovar nuestra ilusión ministerial. Que no tenga cabida la soledad que aísla, ni la amargura que nos hace pobres hombres sin alegría, ni la relajación que mundaniza nuestra mente y seca el corazón. A través de los distintos lugares por donde como sacerdote he vivido, me he encontrado curas que habiendo descuidado su vida, su espiritualidad, su comunión con la Iglesia, su sincero afecto por el Señor y su entrega generosa a las personas que se les confió, llevan una vida triste y una triste vida, llena de un vacío que no sirve ni para ellos mismos.

En estas últimas semanas hemos asistido al conocimiento de casos bien lamentables, donde hermanos nuestros, sacerdotes y religiosos, han cometido unos de los pecados más deleznables: abusar de los más pequeños, de modo torpe y cobarde. Jesús en el Evangelio hablaba de que más le valdrían a los tales que les colgasen una rueda de molino al cuello y los tiraran al mar. Esto lo decía el manso y dulce Jesús, que cuando se trata de defender lo más indefenso, como son los niños, no usa de paños calientes. Que quienes han cometido semejantes pecados den cuenta ante Dios y ante los tribunales lo que les corresponda. Pero dicho esto, con toda nuestra fuerza, hemos de decir que es otro exceso el presentar semejante pecado como si fuera un pecado del clero católico, vertiendo la sospecha de que cualquier cura o fraile puede ser presunto pederasta. Salpicar así el nombre de la Iglesia y el nombre de la inmensísima, abrumadoramente inmensa, comunidad de sacerdotes católicos es algo que tiene una intencionalidad y bien lo saben quienes la orquestan.

Para esto hemos sido ungidos, hermanos, y a esto hemos sido enviados, para dar la buena Noticia a los que sufren de veras, y anunciar una libertad a los que están cautivos con cualquier cadena. Como nos ha dicho Isaías, que los que nos vean puedan reconocer que somos la estirpe que bendijo el Señor.

Trabajemos de todos los modos posibles por nuestro Seminario. Que la voz de Dios que sigue llamando a nuestros jóvenes encuentre en nuestra vida sacerdotal el mejor comentario, y que suscite en ellos el reconocimiento de que lo que Dios les pide se puede verificar en nuestro ministerio.

Los óleos santos y la renovación de nuestras promesas sacerdotales nos han traído hoy aquí para celebrar el regalo de Dios que se hace cercano, solidario y tierno. Con el santo Pueblo de Dios que nos acompaña, con nuestros consagrados y laicos, acojamos el don que recibimos el día de nuestra ordenación sacerdotal, volvamos a decir nuestro sí, y que aquel que comenzó en nosotros la obra buena Él mismo la lleve a feliz término.

El Señor os bendiga y os guarde.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca
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