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miércoles, 23 de febrero de 2011

Lectio Divina del 27 de febrero de 2011


¿A QUIÉN SERVÍS?

Mateo 6:24-34
“Nadie puede servir a dos amos, porque odiará a uno y querrá al otro, o será fiel a uno y despreciará al otro. No se puede servir a Dios y al dinero.
“Por tanto, os digo: No estéis preocupados por lo que habéis de comer o beber para vivir, ni por la ropa con que habéis de cubrir vuestro cuerpo. ¿No vale la vida más que la comida y el cuerpo más que la ropa? Mirad las aves que vuelan por el cielo: ni siembran ni siegan ni almacenan en graneros la cosecha; sin embargo, vuestro Padre que está en el cielo les da de comer. Pues bien, ¿acaso no valéis vosotros más que las aves? Y de todos modos, por mucho que uno se preocupe, ¿cómo podrá prolongar su vida ni siquiera una hora?

“¿Y por qué estar preocupados por la ropa? Mirad cómo crecen los lirios del campo: no trabajan ni hilan. Sin embargo, os digo que ni aun el rey Salomón, con todo su lujo, se vestía como uno de ellos. Pues si Dios viste así a la hierba, que hoy está en el campo y mañana se quema en el horno, ¿no os vestirá con mayor razón a vosotros, gente falta de fe? No estéis, pues, preocupados y preguntándoos: ‘¿Qué vamos a comer?’ o ‘¿Qué vamos a beber?’ ó ¿Con qué nos vamos a vestir?’ Los que no conocen a Dios se preocupan por todas esas cosas, pero vosotros tenéis un Padre celestial que ya sabe que las necesitáis. Por lo tanto, buscad primeramente el reino de los cielos y el hacer lo que es justo delante de Dios, y todas esas cosas se os darán por añadidura. No estéis, pues, preocupados por el día de mañana, porque mañana ya habrá tiempo de preocuparse. A cada día le basta con sus propios problemas.

Otras Lecturas: Isaías 49:14-15; Salmo 62:1-2, 5-8; 1 Corintios 4:1-5

LECTIO:
En este pasaje Jesús parece estar diciéndonos: ‘dime lo que te preocupa y te diré quién es tu amo’. En otras palabras, si te inquietas excesivamente por tus preocupaciones diarias, entonces es que son ellas las que te dominan.
Jesús dice con mucha claridad que tenemos que hacer una elección: podemos servir a Dios o podemos servir al dinero y a los afanes de cada día, pero no podemos servir a ambos. Si nos dejamos guiar por la fe en Dios, el único ‘amo’ que realmente importa en este mundo, entonces los afanes diarios pierden su poder.
Jesús también nos recuerda la naturaleza de Dios. Es el Dios de la creación, el que sostiene la vida. Crea flores hermosas que están hoy aquí y al día siguiente no existen. Da de comer a las aves del cielo. Si se ocupa de los pájaros y de las plantas, cuánto más se ocupará de los hombres, a los que creó a su imagen. Haciéndose eco de la frase inicial de la oración que nos enseñó (Mateo 6:9-15), Jesús se refiere dos veces a Dios como ‘vuestro Padre del cielo’. Esta expresión combina dos ideas importantísimas: en primer lugar, la relación que se nos invita a tener con Dios es como la de un padre y un hijo. Pero, a diferencia de los padres de este mundo con todas sus limitaciones, nuestro padre espiritual está en el cielo, perfecto y todopoderoso.
Dios comprende plenamente que, como humanos, tenemos necesidad de comida, bebida y vestido. La Escritura también nos enseña que debemos satisfacer esas necesidades nuestras, y ocuparnos de quienes no pueden hacerlo por sí mismos. Si la gente pasa hambre, no es porque Dios les falle. Hay en el mundo suficiente comida para alimentar a todos, pero la codicia y el egoísmo humanos significan que no está distribuida con justicia, y eso es un crimen contra la providencia

MEDITATIO:
■ ¿Vuelve a leer el pasaje evangélico de este domingo e imagínate a Jesús hablándote directamente a ti. Lo que te dice Jesús ¿afecta a tu manera de sentir? ¿En qué sentido? ¿Qué necesitas hacer?
■ ¿Cómo sabemos lo que Dios exige de nosotros en términos prácticos? ¿Y cómo mantenemos firmes nuestros objetivos?.

ORATIO:
Lee el Salmo 62 y utilízalo como punto de partida para tu propia oración.
Piensa en la manera en que Dios ha satisfecho tus necesidades por distintos medios durante tu vida, y dale gracias por ello. Preséntale con toda sinceridad cualquier preocupación que tengas.

CONTEMPLATIO:
Considera a Dios como tu padre del cielo. Recuerda su amor y su ternura y la maravillosa promesa que le hace a su pueblo en Isaías 49:15: ‘… yo no te olvidaré.’.


Lectio Divina de Sociedad Bíblica España