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Mostrando entradas con la etiqueta Pensamientos. Mostrar todas las entradas
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domingo, 15 de enero de 2012

¡ No tiene límites el bien que hace la Caridad !


Si posees bienes externos, da lo que tienes; en caso contrario, muestra buena voluntad y, si puedes, aconseja y ayuda, y si finalmente no puedes ni aconsejar ni ayudar, expresa tu buen deseo y ora por el atribulado, y sin duda, Dios oye antes esta oración quie la del que ofrece pan. Tiene siempre algo que dar aquel cuyo pecho está henchido de Caridad.

San Ambrosio
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domingo, 2 de octubre de 2011

La Vida: nuestro espejo


Le preguntaron a Mahatma Gandhi ¿cuáles son los factores que destruyen al ser humano? Él respondió así:

La Política sin principios, el Placer sin compromiso, la Riqueza sin trabajo, la Sabiduría sin carácter, los Negocios sin moral, la Ciencia sin humanidad y la Oración sin caridad. La vida me ha enseñado que la gente es amable, si yo soy amable; que las personas están tristes, si estoy triste; que todos me quieren, si yo los quiero; que todos son malos, si yo los odio; que hay caras sonrientes, si les sonrío; que hay caras amargas, si estoy amargado; que el mundo está feliz, si yo soy feliz; que la gente es enojona, si yo soy enojón; que las personas son agradecidas, si yo soy agradecido. La vida es como un espejo: Si sonrío, el espejo me devuelve la sonrisa. La actitud que tome frente a la vida, es la misma que la vida tomará ante mí.

"El que quiera ser amado, que ame".

La única razón por la que eres feliz es porque tú decides ser feliz...
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viernes, 6 de mayo de 2011

Para NO caer en el orgullo



En una visita que hizo a Montserrat el carismático obispo brasileño Helder Camara, (uno de los grandes animadores del movimiento de la no violencia activa, en la línea de Gandhi y Martin Luther King), en su coloquio con la comunidad benedictina habló de la Madre Teresa de Calcuta, con la que tenía buena amistad. Los dos se sentían muy molestos cuando les alababan por lo que hacían y se sentían muy incómodos si les decían que eran santos, porque los que de veras los son evitan tanto como pueden llamar la atención, y en su humildad se creen grandes pecadores.

Monseñor Helder Camara nos contó el consejo que él había dado a la Madre Teresa de Calcuta para, en semejantes situaciones, no caer en el orgullo creyéndose merecedora de los aplausos de la gente. Decía que, cuando lo alababan por su actuación, se imaginaba que era el domingo de Ramos, en la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén, montado en un asno, entre las aclamaciones de la multitud, y entonces pensaba que él era el asno que llevaba a Jesús.


Envanecerse de algo que por la gracia de Dios había hecho bien, sería como si el domingo de Ramos el asno creyera que las aclamaciones del pueblo, las palmas y los mantos tendidos en el suelo eran para él, y no para el que lo montaba.



Los prelados, sacerdotes, religiosos, religiosas, laicos comprometidos en el apostolado y en general todos los que ostentamos alguna representatividad en la Iglesia tenemos también el peligro de caer en la tentación de que hablaba Helder Camara, o sea pensar que nuestros éxitos y las muestras de respeto o incluso veneración que los fieles nos dirigen las tenemos bien merecidas por nuestros méritos o cualidades personales.

Cuando en nuestro apostolado, por la misericordia de Dios, algo nos sale bien, convendrá recordar las advertencias de san Pablo: “Qué tienes que no hayas recibido? Y si lo has recibido, ¿por qué te glorías como si no lo hubieras recibido? (1Cor 4,7), y también: “Ese tesoro lo llevamos en vasijas de barro, para que se vea que su fuerza superior procede de Dios y no de nosotros” (2 Cor 4,7) y entonces, siguiendo el consejo práctico de Helder Camara, sentirnos como el asno que montaba Jesús el domingo de Ramos.



HILARI RAGUER


Monje benedictino
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domingo, 20 de junio de 2010

Pluralidad en unidad


El fin último es la “unidad”, se podría decir también la “trinitarización” de toda la realidad: lo que Dios es en cuanto Dios trinitario podemos y tenemos que llegar a serlo también nosotros, es decir, una “unidad de communio” , una unidad desde la pluralidad, una pluralidad en unidad. Si queremos usar una imagen, podríamos decir que se tratará entonces de volverse “cuerpo de Cristo”, tan estrechamente unidos los unos a los otros como lo están los diferentes miembros y órganos del cuerpo, todos unidos en el intercambio recíproco de la vida, para formar con Cristo “cabeza” y el Espíritu Santo como “alma” el único cuerpo de Cristo “para gloria de Dios Padre”.

Gisbert Greshake
(“Essere preti in questo tempo”,

en: Teologia-Prassi-Spiritualità Queriniana, Brescia, 2008, p. 69)
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domingo, 30 de mayo de 2010

Es posible, sí.


Ha aparecido un ser que es bondad;

el desierto ya se ha hecho fértil;

el árbol de la vida no produce sólo flores primaverales;

hay una que se ha abierto y que ha concebido una Vida más excelente, Jesús.

Ya es posible arrancar de la creación herida

una miradaque no pierde la inocencia de su brillo,

un gesto que no encierra ninguna ambigüedad,

una suavidad, una belleza y una clemencia jamás amenazada.

Es posible un nuevo comienzo para la Humanidad Nueva.
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jueves, 29 de abril de 2010

Hacia la Plenitud




Dios, te pido, quiero conocerte, quiero amarte y poderte gozar. Y si en esta vida no soy capaz de esto con medida plena, pueda, al menos, progresar cada día hasta que llegue a la plenitud. Aquí progrese en mí el conocimiento de ti, y allí alcance la plenitud; aquí crezca el amor por ti y allí sea completo, que aquí también mi alegría sea grande en la esperanza, y allí sea plena realidad. (...)

Quien no ha creído, no puede comprender. Porque los que no tienen fe, no tienen experiencia de ella y quién no es expertus no conoce. De hecho, como quien ha hecho experiencia de una cosa que sabe deóídas, así la ciencia de quien ha hecho experiencia es superior al conocimiento del que sólo ha oído hablar.

San Anselmo de Canterbury
Proslogion 14
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lunes, 19 de abril de 2010

Estilo de vida “pascual”


Así pues, si habéis resucitado con Cristo, buscad las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la derecha de Dios. Aspirad a las cosas de arriba, no a las de la tierra. Porque habéis muerto, y vuestra vida está oculta con Cristo en Dios.

No os mintáis unos a otros. Despojaos del hombre viejo con sus obras, y revestíos del hombre nuevo, que se va renovando hasta alcanzar un conocimiento perfecto, según la imagen de su Creador, donde no hay griego y judío; circuncisión e incircuncisión: bárbaro, escita, esclavo, libre, sino que Cristo es todo y en todos.

Revestíos, pues, como elegidos de Dios, santos y amados, de entrañas de misericordia, de bondad, humildad, mansedumbre, paciencia, soportándoos unos a otros y perdonándoos mutuamente, si alguno tiene queja contra otro. Como el Señor os perdonó, perdonaos también vosotros. Y por encima de todo esto, revestíos del amor, que es el vínculo de la perfección.

Carta a los Colosenses 3, 1-3. 9-14
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miércoles, 14 de abril de 2010

Las noches oscuras del alma


Dios tiene una meta en nuestras vidas, que no se mide con la extensión de nuestra vida (...).

Habrá momentos en los cuales estamos realmente enojados con Dios: o bien totalmente deprimidos o totalmente desilusionados porque parece que Dios no esté haciendo nada...

Pero, aprovechando esos momentos de desconcierto (“las noches oscuras del alma”, como dicen los místicos) nuestra relación con Dios se puede volver más profunda.

Si yo alabo a Dios sólo cuando brilla el sol, mi fe es superficial.

David Watson
A Biograpy, 1992, p. 299)
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miércoles, 7 de abril de 2010

¡ Feliz Pascua de Resurrección !


Ya que la muerte no podía
engullir al Verbo sin el Cuerpo,
ni los infiernos acogerlos sin carne,
nació de la Virgen,
para poder descender mediante el cuerpo
al reino de los muertos.
Gloria a Ti que has hecho de tu cruz
un puente sobre la muerte.
Gloria a Ti que te has revestido
del cuerpo del hombre mortal
y lo has transformado
en manantial de vida
para todos los hombres.

(San Efrén Discurso sobre el Señor 9, 3-4)
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sábado, 27 de marzo de 2010

Asomarse a la procesión


Queridos Hermanos y amigos: paz y bien.

Días de primavera primeriza, era el ambiente de mi Madrid natal cuando abrigado para la estación iba de la mano de mis mayores a alguna procesión de semana santa. Mi entonces estatura infantil siempre conseguía sacar entrada de primera fila subido al adoquín de la acera para ver pasar lo que allí se exhibía.

Mis ojos de niño se abrían de par en par y sin pestañear leía esa página de tradición sagrada en el libro de un desfile que paseaba una historia de amor. Agarrado a la mano mi abuela, no perdía ripio de cuanto allí se insinuaba entre soldados romanos, sibilas cantari-nas, extras judíos y muchos capuchones que tapaban su nombre y su rostro mientras des-calzos caminaban cual penitentes de la calzada. Finalmente venían los pasos paseados del mejor arte y de la más rendida fe hecha talento y piedad: era como un relato de la pasión del Señor al que se ponía ruedas, proponiendo en las carrozas religiosas escenas de un precio que Dios quiso pagar para rescatar nuestra felicidad secuestrada, para encauzar nuestra perdida salvación.
Cuando luego ya de adulto me fijo en los pequeños que agolpan las aceras sostenidos por sus padres o sus abuelos, se me va la imaginación a aquella época de antaño y me surge la gratitud por el hondo significado que tiene la escenografía creyente de nuestras procesiones semanasanteras. Es algo que debemos saber agradecer a las Cofradías y Hermandades de nuestros pueblos y ciudades. A ellos les hace bien, y ellos hacen tanto bien a quienes contemplan el resultado del esfuerzo artístico y piadoso de todo ese trabajo bien realizado en varios meses de preparación, un bien que se completa desde la forma-ción cristiana de sus miembros y desde el testimonio en la caridad.

Llegando la semana santa de cada año sale, una tras otra, la procesión. Nuestras ca-lles y plazas se revisten de la magia sagrada que en estos días de mil modos se narra, pero no podemos olvidar cómo esa historia no es el simple viaje a un ayer ya muy lejano. Es el relato de algo que sigue sucediendo hoy porque Dios sigue dando su vida y acompañando la nuestra como hace veinte siglos, como desde toda la eternidad y para siempre jamás.

Se llamará de otro modo la traición de los judas modernos que amañarán con su beso la triste recompensa de 30 monedas de privilegio resentido; distinto aparecerá el huerto de Getsemaní en donde entre sudores de sangre y somnolencias discipulares se volverá a apresar a un Dios inocente; serán otras las lágrimas que los pedros verterán en los patios de la indiferencia o de la fobia contra Cristo; los caifás, los pilatos y los barrabases seguirán saliendo a la escena cada cual con su insidia, su cobardía o su aprovechamiento; y otro nombre llevará la vía dolorosa en la que repetirán blasfemos su crucifícale quienes entregados decían antes sus hosannas; pero serán únicos quienes como María y Juan es-tén al pie de la cruz de cada crucificado, en donde un único Jesús no deja de dar hasta la última gota de su amor redentor.

Es la remembranza de nuestras procesiones. Nuestra procesión continúa hoy teniendo como cirineo nada menos que a Dios, y Él también nos ofrece su lienzo como aquella conmovida Verónica, y nos consuela en nuestros llantos, y se deja clavar en la cruz de nuestros despropósitos torpes y tardíos. En esta procesión que se llama falta de fe, falta de pan, falta de trabajo, falta de esperanza, falta de significado, Dios se hace encontradizo. Mis ojos de adulto hoy, como ayer aquellos ojos de niño, se vuelven a sorprender agradecidos porque en la vida Dios se asoma a nuestra procesión cuando nosotros nos asomamos a la de Él.

El Señor os bendiga y os guarde.

+ Jesús Sanz Montes, ofm
Arzobispo de Oviedo y Adm. Apost. de Huesca y de Jaca
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domingo, 21 de febrero de 2010

Renuncia a la autonomía


En el Evangelio de Juan se encuentran con frecuencia estas palabras de Jesús: “Aquello que os digo no viene de mí, sino del Padre..., las obras que yo hago no son mías sino del Padre...”.

Jesús parece renunciar a toda autonomía ante el Padre; pierde toda autonomía, pero es Jesús, esa persona humano-divina, encarnada en la historia, aparentemente condicionada por la cultura y las estructuras del tiempo, pero en realidad totalmente libre, tanto que es capaz de ofrecer la propia vida y morir “por” la humanidad.

Y ninguno tiene amor más grande, ninguno está tan cercano a la perfección de Dios como quien da la vida por los demás. Ahora bien, el dar la vida implica el desapego de sí mismo y de las personas, renunciar a los propios bienes y a las propias ideas, a la propia cultura, a la propia formación espiritual, a las propias iniciativas. Es decir: vivir los consejos evangélicos. (...)


Silvano Cola
Scritti e testimonianze
Gen’s, Grottaferrata 2007, p. 75
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jueves, 11 de febrero de 2010

El grillo y la moneda


Para los cristianos, Dios no es un ausente lejano, sino Alguien cercano y presente, como hemos celebrado en la navidad pasada. Por tanto, sólo en la realidad de cada día y de cada hora podemos encontrarnos con Él. Pero, ¿qué ocurre cuando surgen las dificultades de todo tipo para reconocerlo? ¿Qué pasa con los que quieren y desean tener fe y no pueden?
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jueves, 28 de enero de 2010

Siempre adelante en el Señor



No renuncies. No dejes de llevar al mundo tu verdad más íntima, lo más decisivo que tienes, tu verdad más profunda. No te canses de hacer siempre el Bien. Y entrega a Jesucristo al mundo, porque es lo único que podemos dar.
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domingo, 10 de enero de 2010

Ampliar el círculo


El primer paso siempre debo darlo yo (...) vivir de tal manera que otros encuentren en mí a Cristo, su amor, y permanezcan atraídos por él. Debo acercarme a los otros de tal manera que adviertan que yo no los conozco según la carne (cf. 2Cor 5, 16), que no busco mi propio interés ni una ayuda o un complemento, que no me dejo conducir por la simpatía o por la antipatía, sino que los acojo como el Señor mismo.

Los otros deben experimentar que yo vivo de Jesús, que sigo más su voz que mis ideas o que la opinión de los demás. Verán que mi vida se fundamenta en su Palabra, en sus sacramentos, que le escucho en lo que él quiere decirme en los testigos y en los representantes de la Iglesia. Y, sobre todo, que lo busco en donde él me ha amado más, es decir, en las dificultades, en las tinieblas, que son para mí “el sacramento” de su abandono en la cruz, de su muerte.

Antes o después (...) encontraré a quienes se adhieran a esta vida (...) y serán personas no elegidas por nosotros. Se amplía el círculo y se forman nuevas células de personas reunidas en el nombre de Jesús.


Klaus Hemmerle
Der Himmel ist zwischen uns
Neue Stadt, München 19782, pp. 64-65
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jueves, 7 de enero de 2010

Cómo se conocerá si la verdad procede de caridad


- San Francisco de Sales -

Preguntando yo un día a nuestro Santo, San Francisco de Sales, en qué podría conocerse si la corrección procede de caridad, me respondió con aquel juicio que servía de norte a todas sus palabras(1): “La verdad procede de la caridad, cuando se dice solo por amor de Dios, y para bien de “aquel a quien se reprende”. Respuesta notable, en la cual se explica el verdadero término y último fin de todas nuestras acciones; porque, prescindiendo de otras muchas cualidades en que la caridad sobresale a las demás virtudes, tiene de propio y peculiar el no buscar sus propios intereses(2) .

Todas las demás virtudes se terminan a sus propios sujetos, y no tienen otro fin que el bien de la criatura; pero la caridad es la única que, como nos dice el Apóstol, sólo busca el bien del objeto soberanamente amado, que es Dios, y de lo que tiene relación a él, como último fin.

Por tanto, si el que reprende a otro tiene algún fin que no sea la honra de Dios, y la eterna felicidad de aquel a quien reprende, de tal modo que de la corrección se siga el aumento de la gloría de Dios, no hay duda que las verdades que diga no procederán del espíritu de caridad, sino de algún otro principio.

Más vale callar una verdad, que decirla mal y de mala manera. Lo contrario viene a ser presentar una buena vianda, pero mal condimentada, y aplicar una medicina fuera de tiempo y sazón. Pero ¿esto no será aprisionar injustamente la verdad? No por cierto: al contrario, será producirla con injusticia; porque la verdadera justicia de la verdad, y la verdad de la justicia consiste en la caridad: y así en faltando esta, mejor es un silencio juicioso y prudente, que una verdad desnuda de caridad.

1 Ideò debemus amando corripere, non nocendi aviditate, sed studio corrigendi... Si amore tui id facis, nihil facis; si amore illuis facis, optimè facis. (S. August. serm. 82.aliàs 16; de verbis Domini, cap.3.
2 I Cor. XIII, 5 .
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Hablamos porque hemos encontrado

Todos sabemos cuán difícil es para un joven de hoy vivir como cristiano. El contexto cultural, el contexto mediático, ofrece un camino muy diferente al de Cristo. Parece incluso que hace imposible ver a Cristo como centro de la vida y vivir la vida como Jesús nos la muestra. Sin embargo, también creo que muchos perciben cada vez más la insuficiencia de todas esas propuestas, de ese estilo de vida, que al final deja vacíos (...).

Los jóvenes deben percibir que no decimos palabras que no hayamos vivido antes nosotros mismos, sino que hablamos porque hemos encontrado y tratamos de encontrar de nuevo cada día la verdad como verdad para nuestra vida. Para que nuestras palabras sean creíbles y tengan una lógica visible y convincente, es preciso que nosotros mismos sigamos ese camino, que nosotros mismos tratemos de que nuestra vida corresponda a la del Señor.

Benedicto XVI
Al Clero de Roma, el 7 febrero de 2008
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