
Queridos amigos:
Me pide Andrés que comparta con vosotros algunas ideas y experiencias en relación con la HOAC (Hermandad Obrera de Acción Católica) Muchos supongo que la conocéis o conocéis a alguien que pertenece a ella. Sería muy amplio hablar de todo lo que la HOAC ofrece a la Iglesia y al mundo obrero –que, pese a cuanto se dice, sigue existiendo, ¡vaya si existe!- por eso voy a intentar ser conciso y expresar algunas ideas a modo de “píldoras”.
¿Quiénes somos?
Somos Iglesia en el mundo obrero y del trabajo, y mundo obrero en la Iglesia. Somos Acción Católica y Pastoral Obrera. Somos mujeres y hombres trabajadores que tenemos una experiencia y una aventura.La experiencia de sentirnos amados por Jesucristo. La aventura de vivir esta experiencia construyendo la justicia que brota de ella, procurando que los empobrecidos del mundo obrero lleguen a ser los protagonistas de su vidas.
El trabajo es cada día más escaso y más precario. Las personas son utilizadas como instrumentos de producción y consumo cuyo coste hay que reducir al mínimo. Sin embargo, la persona es lo más importante de todo cuanto existe y sus posibilidades de vida dependen de su trabajo. Las necesidades básicas de la persona: salud, educación, vivienda, descanso…, se han convertido en un lujo para muchos trabajadores y trabajadoras, y para quienes no pueden acceder a un empleo. Pensamos que el trabajo debe posibilitar los recursos necesarios para vivir con dignidad y formar una familia.
El mundo obrero y del trabajo sigue sufriendo el empobrecimiento y la injusticia a través de la precariedad laboral, la economía sumergida y la flexibilidad de las condiciones de trabajo. A través del desempleo, la pobreza y la exclusión.A través de la subordinación de la función humanizadora y educadora de las familias obreras a las exigencias de la producción y consumo. A través de la discriminación y precariedad que sufren las mujeres trabajadoras, especialmente las trabajadoras pobres. Y a través de las condiciones de vida y de trabajo que padecen los trabajadores inmigrantes.Y además, muchos sectores del mundo obrero y del trabajo, como la mayor parte de nuestra sociedad, se muestran indiferentes ante este sufrimiento. Y quién no escucha el clamor de los débiles quiebra su proyecto de humanidad, se deshumaniza.
¿Ante esto, qué ofrecemos?
Lo que nos pide la Iglesia que hagamos. No tenemos otro proyecto que el de la Iglesia:
• Construir un proyecto de humanización que nos ayude a vivir en libertad: optando por la comunión frente al individualismo; por la solidaridad frente a la competencia y por el ser frente al tener.
• Compartir la vida con nuestros compañeros y compañeras de trabajo, con nuestros vecinos del barrio, del pueblo…, y plantearnos con ellos qué podemos hacer para que nuestro mundo sea más justo y más humano.
• Transmitir el tesoro de la fe en Jesucristo y su Evangelio, clave para la reconstrucción de la persona y del mundo.
¿Cómo dar respuesta ante esta realidad?
Viviendo y actuando desde Jesucristo: una manera de vivir que une nuestra existencia a los más empobrecidos del mundo obrero y una manera de actuar que transforme la realidad hacia el Reino de Dios y su Justicia y donde las víctimas del mundo obrero y del trabajo sean los verdaderos protagonistas. Por ello en la HOAC nos proponemos desarrollar un Quehacer Apostólico Comunitario que:
• Responda a las situaciones de empobrecimiento e injusticia del mundo obrero. En concreto a:
1. Flexibilidad y precariedad del empleo y condiciones de trabajo
2. Paro, pobreza-marginación y exclusión social generados por el mercado de trabajo.
3. Dificultades que vive la familia obrera y educación
4. Dificultades que viven y sufren las mujeres en el mundo obrero
5. Condiciones de vida y trabajo de los inmigrantes.
• Lo desarrollamos a través del Proyecto Evangelizador del militante, en los ambientes y organizaciones obreras, y a través de la Acción y Difusión de la HOAC como Iglesia en el mundo obrero.
• Es una respuesta amorosa y agradecida a la experiencia del amor gratuito que Dios derrama entre nosotros: una acción de gracias, con nuestros compañeros y compañeras del mundo obrero y del trabajo.
• Está fundamentado en el encuentro personal y comunitario con Jesucristo muerto y resucitado, que vive en la Iglesia y que está presente en nosotros y en toda la realidad, especialmente en los empobrecidos. También en las víctimas del mundo obrero y del trabajo.
• Une compromiso y contemplación, fe y justicia. Que nace y nos lleva a ser místicos de ojos abiertos en el corazón de la realidad obrera, uniendo nuestras vidas a las de Jesús en las víctimas.
• Necesita de la oración personal y comunitaria, de la vivencia y el cultivo de los Sacramentos, de la formación como proceso de construcción de nuestra humanidad desde Jesucristo.
¿Con qué contamos para ello?
El cambio de nuestro mundo exige nuestra propia transformación personal. La formación, con el método acción-reflexión-acción, nos posibilita actuar con criterios humanizadores e ir forjando en nosotros actitudes cristianas y liberadoras.
Nos exige el compromiso que, junto con otros, realizamos como aportación real a la toma de conciencia y a la transformación de las personas y del pequeño mundo en que vivimos.Como fundamento de este proceso reconocemos la acción del Espíritu de Jesús que trabaja en nosotros y en todos.
Para percibirlo así y responder adecuadamente, cuidamos la espiritualidad cristiana como dinamismo que posibilita la entrega, fortalece en la lucha y anima la esperanza de la vida comprometida.
Os invito a conocer más en http://www.hoac.com.es/y a acercaros a las experiencias de los militantes en cada una de vuestras diócesis, que seguro que os llenan de esperanza.
Consiliario de la HOAC y Director del Departamento de Pastoral Obrera de la Conferencia Episcopal Española