
Es la cuaresma, un tiempo muy apropiado para revisar nuestro comportamiento. Así, al hilo de una elemental reflexión sobre la pasión de Jesús, esta nos ofrece un esquema valioso para el análisis de nuestra conducta. Cristo se nos ofrece como víctima inocente de una intrincada maquinaria o estructura de pecado que a los ojos de casi todo el mundo hizo aparecer en su tiempo aquella muerte como justa o merecida:
El poder religioso consideraba a Cristo, que puso en claro sus intereses, como un revolucionario que atentaba contra la religión y contra Dios, llamándole blasfemo.
El poder civil, representado por Pilatos y sometido al mayor interés de Roma, se lava las manos considerando que una víctima, aunque inocente, no merecía poner en riesgo la estabilidad de aquel pueblo.
El pueblo, manipulado por sus autoridades, presta su voz y su apoyo a la reclamación del poder religioso gritando: ¡Crucifícalo, crucifícalo!. Muy pocos, se mantuvieron al margen de esta confabulación, permaneciendo fieles a Jesús.
¿En que sector nos hubiésemos colocado nosotros, de haber estado presentes en aquella ocasión?
Caminamos hacia la celebración de la Pascua Cristiana: o sea, la conmemoración de la Resurrección de Cristo. Este hecho nos pone en condiciones de actuar siguiendo las huellas que nos dejó a su paso por la historia humana: conformar nuestra vida según el modelo de la suya. Y esta verdad, como nos dice S.S. Benedicto XVI, en su mensaje para la Cuaresma 2011, "da la dimensión auténtica y definitiva a la historia de los hombres, a su existencia personal y a su vida social, a la cultura, a la política, a la economía. Privado de la fe todo el universo acaba encerrado dentro de un sepulcro sin futuro, sin esperanza."
Si hacemos una breve reflexión, aprovechando como objeto de análisis nuestra actuación de hoy, quizá encontremos elementos bastantes para ver si la misma merece el sello de calidad.
Veamos algunos ejemplos:
Ante el consumo:
• ¿Se orienta nuestro consumo desde la necesidad?
• ¿Responde a la exigencia creada desde la publicidad, la envidia o la emulación de los modelos que nos presentan?
• ¿Elegimos los bienes de consumo siguiendo criterios de mayor economía, sin tener en cuenta si sus fabricantes explotan a los trabajadores?
• ¿Apreciamos en las marcas de los distintos productos consumidos el respeto al medio ambiente de las empresas que los fabrican?
• ¿Procuramos conocer la mayor responsabilidad social de la empresa que los fabrica por el respeto a los derechos de sus empleados?
En definitiva:
¿Consumimos sólo pensando en nuestros intereses económicos como lo haría el poder religioso del pueblo judío?:
- buscando el mayor ahorro y sin acordarnos que nuestro consumo se soporta en la explotación del tercer mundo.
- Abusando de nuestros privilegios como habitantes del primer mundo, sin considerar que nuestro mayor consumo limita su acceso a los menos afortunados.
- o con criterios de necesidad y atendiendo a principios de interés general, justicia o equidad.
Ante la corrupción, la desigualdad o la injusticia:
Aunque no nos sintamos protagonistas de la corrupción o la injusticia, sí que es cierto que asistimos a su desarrollo como espectadores inermes que no sabemos como actuar. A veces, incluso, justificamos la corrupción o nos mostramos envidiosos de no poder participar del reparto del pastel que le sigue. Otras veces, nos inhibimos ante las situaciones de injusticia, pensando que nuestra actuación no logrará pararlas, en razón de lo alejados que nos quedan los hilos que las mueven.
¿Qué hacer en estos casos? : ¿asistir indiferentes o participar y promover una indignación serena, exasperada, no violenta, como anticipo de una insurrección pacífica que demuestre nuestra intolerancia ante esos comportamientos?
En definitiva: ¿Asistimos como espectadores a la corrupción, la injusticia y la desigualdad, cual lo hizo Pilatos defendiendo el interés de Roma, o nos movilizamos como militantes tras la bandera de la indignación?
Ante la información: • ¿La buscamos con arreglo a nuestro interés? • ¿La contrastamos?. • ¿Acaso esperamos pasivamente a que nos llegue y la asumimos sin una elemental revisión crítica?
En definitiva: ¿Nos dejamos manipular como el pueblo judío o construimos una opinión solvente y contrastada ante los hechos y las situaciones que nos afectan?
Delegación de Orientación Social
Archidiócesis de Sevilla