slider cabecera

sábado, 16 de abril de 2011

Lectio Divina del Domingo de Ramos de 2011



¿QUIÉN ES ESTE?
(Mateo 21:1-11)


Cerca ya de Jerusalén, cuando llegaron a Betfagé, al monte de los Olivos, Jesús envió a dos de sus discípulos diciéndoles:
–Id a esa aldea y encontraréis una asna atada y un borriquillo con ella. Desatadla y traédmelos. Si alguien os dice algo, respondedle que el Señor los necesita y que en seguida los devolverá.
Esto sucedió para que se cumpliera lo que había dicho el profeta: “Decid a la ciudad de Sión: ‘Mira, tu Rey viene a ti, humilde, montado en un asno, en un borriquillo, cría de una bestia de carga” Los discípulos fueron e hicieron lo que Jesús les había mandado. Llevaron el asna y el borriquillo, los cubrieron con unas capas y Jesús montó. Había mucha gente, y unos tendían sus capas por el camino y otros tendían ramas que cortaban de los árboles. Y los que iban delante y los que iban detrás gritaban:
–¡Hosana al Hijo del rey David! ¡Bendito el que viene en el nombre del Señor! ¡Hosana en las alturas! Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó. Muchos preguntaban:
–¿Quién es este? Y la gente contestaba: –Es el profeta Jesús, el de Nazaret de Galilea.
Otras Lecturas: Isaías 50:4-7; Salmo 22:7-8, 16-19, 22-23; Filipenses 2:6-11


LECTIO:
Comenzamos la Semana Santa con la entrada triunfal de Jesús en Jerusalén. Qué ocasión tuvo que ser aquella, cargada de imágenes simbólicas y de significado.
El punto de partida de Jesús, el Monte de los Olivos, es significativo, ya que está asociado en la escritura con la venida del Señor (Zacarías 14:4).
Mateo comienza describiendo la peculiar manera en que Jesús dispone de una asna y un borriquillo para entrar montado a sus lomos. Los discípulos siguen sus instrucciones y vuelven con los animales que, según él, habrían de encontrar (versículo 6). Mateo (versículo 4) interpreta esto como el cumplimiento de la profecía de Zacarías 9:9-10, en la que se proclama a un Rey que llega como Salvador montado en un humilde borriquillo, no con poderosos caballos y carrozas. Jesús es dueño de la situación, plenamente consciente de lo que habrán de traer consigo sus últimos días en la tierra.
La gente extiende los mantos en el camino al paso de Jesús, la manera habitual de recibir a un rey victorioso o a un personaje de categoría (2 Reyes 9:13). Gritan ‘¡Bendito el que viene en el nombre del Señor!’ (versículo 9), repitiendo las palabras del Salmo 118:25-26.
Para los fariseos, la solemne entrada de Jesús no podía ocurrir en peor momento. Jerusalén estaba llena de peregrinos que habían llegado a celebrar la Pascua (Lucas 22:7). Mateo 21:10 nos dice: ‘Cuando Jesús entró en Jerusalén, toda la ciudad se alborotó: Muchos preguntaban: “¿Quién es este?”’
Los fariseos no aceptaban a Jesús ni sus enseñanzas y querían evitar que los demás le siguieran. Nada peor había que el recibimiento público y estruendoso de aquel héroe. Debían temer, y con razón, una intervención brutal de los romanos para restablecer el orden público. Los seguidores de Jesús creían que él era el Mesías. En cambio los dirigentes religiosos no creían en él, aunque otros muchos abrigaban sus dudas. Aun hoy día, la respuesta de la gente frente a Jesús es diversa. Esa sigue siendo la situación: ¿Quién es Jesús? ¿Un profeta, un taumaturgo, un gran maestro? ¿O el Mesías, el Hijo de Dios?



MEDITATIO:
■ ¿Quién es este?’ Esta era la pregunta crucial en el momento en que Jesús entró en Jerusalén, y sigue siéndolo para toda persona desde entonces. ¿Qué crees, y por qué?
■ ¿Qué podemos aprender de las acciones de los discípulos en este pasaje?
■ ¿Qué nos revela sobre él mismo y sobre su misión la manera en que Jesús entró en Jerusalén?


ORATIO:
Utiliza Filipenses 2:6-11 para dar gracias a Dios por su deseo de mandar a su Hijo que dejase el cielo, se hiciera hombre y muriese en la cruz por nuestros pecados. Póstrate ante él en signo de adoración y ensalza ‘el más excelente de todos los nombres’


CONTEMPLATIO:
Jesús murió para salvarte y para que puedas pasar toda la eternidad gozando en su presencia. ¿Le has invitado a que sea el Señor de tu vida? ¿Hay elementos de la enseñanza de Jesús que todavía te cueste aceptar? ¿Hay algo más que debas entregarle a Dios en este momento?

Lectio Divina de Sociedad Bíblica España