«Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho»
Rafael Carmona, 49 años. 23 años casado con Marta María. Dos hijos: Marta y Rafael. Audioprotesista de profesión. Colabora en varias tareas pastorales de la parroquia Corpus Christi, Pedregalejo.
Rafael Carmona es natural de Puente Genil, pero desarrolla su trabajo pastoral en la parroquia de Corpus Christi, en Málaga (Pedregalejo). Es la cuarta generación de una familia de Sochantres, todos dedicados al servicio de la Iglesia desde 1861. Rafael afirma que «hace 12 años sentí la llamada del Señor con mucha más profundidad y decidí, junto con mi esposa y mi director espiritual, implicarme al máximo en la causa del Evangelio. Lo que me llevó a dar este paso».
TIEMPO PARA TODO
Antes de recibir esta ordenación, recibió el sacramento del matrimonio, por eso es importante la conciliación de ambos sacramentos. En este sentido, Rafael afirma que, «en esta vida tan ajetreada, basta proponérselo para sacar tiempo para todo, pero nunca nos paramos a pensar que la vida terrenal es muy corta y si te lo propones tienes tiempo para todo. Desde los comienzos de nuestro matrimonio, siempre el Señor ha tenido y sigue teniendo parte en nuestra vida (Iglesia doméstica). Mi esposa y mis hijos me manifiestan muchas veces que les ayuda a perserverar en la plegaria, en la comunicación, en la reflexión, a continuar el camino de fe y compromiso, sintiéndose miembros de una Iglesia que avanza hacia el Reino del Padre».
Rafael resume la alegría y la ilusión de este día con los versos del salmo 115: "¿Cómo pagaré al Señor todo el bien que me ha hecho?"
«Cuento con la colaboración de mi esposa y mis hijos»
Antonio Miguel Mellado, 55 años. 26 años casado con Ana. Dos hijos: Ana y Miguel. Director del Colegio Eduardo Ocón. Pertenece a la parroquia Santa María de la Victoria, Málaga capital.
La vida de Antonio Miguel es una historia protagonizada por la misericordia y la paciencia del Señor: «A lo largo de muchos años, he ido descubriendo los mensajes que Él me enviaba, y que me decían que la verdadera felicidad se encuentra en la entrega diaria a los demás. Al servicio de los que menos pueden. Y este servicio, casi sin darme cuenta, me llevó a los pies del altar de Cristo. Y este altar está en la Iglesia, a la que quiero y deseo entregar mi vida para que, como buena madre, ella me diga dónde debo ayudar a mis hermanos: en el servicio de la Palabra, la Liturgia y la Caridad».
Podemos pensar que, para un hombre casado, con familia y trabajo, no debe ser nada fácil realizar un servicio pastoral como el del diaconado permanente. Pero Miguel asegura que «cuando el Señor llama a una persona para una vocación, como el diaconado, ya tiene previsto darle la fuerza necesaria con su Espíritu Santo, para que esta tarea salga adelante venciendo las dificultades con la ligereza y la alegría del Amor. Además, y no es poco, cuento con la colaboración de mi mujer y mis hijos, de mis hermanos de comunidad parroquial y de toda la Iglesia, así que es posible».
Para Miguel «el diácono es ordenado para estar a disposición de lo que disponga el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, a tenor de las necesidades de la diócesis. Para mí, servir a la Iglesia significa cumplir la misión para la que Dios me ha regalado la vida. Doy gracias a Dios por ello y me encomiendo a la Virgen María, para que me auxilie».
Antonio Miguel Mellado, 55 años. 26 años casado con Ana. Dos hijos: Ana y Miguel. Director del Colegio Eduardo Ocón. Pertenece a la parroquia Santa María de la Victoria, Málaga capital.
La vida de Antonio Miguel es una historia protagonizada por la misericordia y la paciencia del Señor: «A lo largo de muchos años, he ido descubriendo los mensajes que Él me enviaba, y que me decían que la verdadera felicidad se encuentra en la entrega diaria a los demás. Al servicio de los que menos pueden. Y este servicio, casi sin darme cuenta, me llevó a los pies del altar de Cristo. Y este altar está en la Iglesia, a la que quiero y deseo entregar mi vida para que, como buena madre, ella me diga dónde debo ayudar a mis hermanos: en el servicio de la Palabra, la Liturgia y la Caridad».
Podemos pensar que, para un hombre casado, con familia y trabajo, no debe ser nada fácil realizar un servicio pastoral como el del diaconado permanente. Pero Miguel asegura que «cuando el Señor llama a una persona para una vocación, como el diaconado, ya tiene previsto darle la fuerza necesaria con su Espíritu Santo, para que esta tarea salga adelante venciendo las dificultades con la ligereza y la alegría del Amor. Además, y no es poco, cuento con la colaboración de mi mujer y mis hijos, de mis hermanos de comunidad parroquial y de toda la Iglesia, así que es posible».
Para Miguel «el diácono es ordenado para estar a disposición de lo que disponga el Sr. Obispo, D. Jesús Catalá, a tenor de las necesidades de la diócesis. Para mí, servir a la Iglesia significa cumplir la misión para la que Dios me ha regalado la vida. Doy gracias a Dios por ello y me encomiendo a la Virgen María, para que me auxilie».