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domingo, 10 de enero de 2010

Ampliar el círculo


El primer paso siempre debo darlo yo (...) vivir de tal manera que otros encuentren en mí a Cristo, su amor, y permanezcan atraídos por él. Debo acercarme a los otros de tal manera que adviertan que yo no los conozco según la carne (cf. 2Cor 5, 16), que no busco mi propio interés ni una ayuda o un complemento, que no me dejo conducir por la simpatía o por la antipatía, sino que los acojo como el Señor mismo.

Los otros deben experimentar que yo vivo de Jesús, que sigo más su voz que mis ideas o que la opinión de los demás. Verán que mi vida se fundamenta en su Palabra, en sus sacramentos, que le escucho en lo que él quiere decirme en los testigos y en los representantes de la Iglesia. Y, sobre todo, que lo busco en donde él me ha amado más, es decir, en las dificultades, en las tinieblas, que son para mí “el sacramento” de su abandono en la cruz, de su muerte.

Antes o después (...) encontraré a quienes se adhieran a esta vida (...) y serán personas no elegidas por nosotros. Se amplía el círculo y se forman nuevas células de personas reunidas en el nombre de Jesús.


Klaus Hemmerle
Der Himmel ist zwischen uns
Neue Stadt, München 19782, pp. 64-65