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sábado, 9 de enero de 2010

Reflexiones en torno a la Pastoral de Exequias


Cuándo algún compañero diácono o sacerdote me pregunta cuál es mi pastoral, ante mi respuesta la expresión de su cara expresa sin duda pensamientos como ¡qué pastoral más alegre! (con ironía) o ¡yo no podría! o ¡y eso es una pastoral! …En la sociedad de hoy todo lo relacionado con la enfermedad o la muerte se intenta ocultar, obviar…

La sociedad está organizada para la eficiencia y no para la humanización del individuo. Así pues, cuando un individuo no es eficiente se convierte en un lastre, una carga, una molestia… para el resto. Y a veces, sin darnos cuenta, podemos dejarnos llevar por este pensamiento de la sociedad actual.

Recordemos que según nuestra teología católica debemos “morir con Cristo” en el nivel sacramental (Bautismo), nivel moral (sufrimiento) y nivel físico (muerte); y si no morimos con Cristo, tampoco reinaremos con Él.

Por otro lado, a pesar de esa discriminación del sufrimiento y de la muerte en la sociedad actual, la muerte es una realidad que inapelablemente a todos nos alcanza, sea tanto en personas queridas como a nosotros mismos.

En la sociedad actual la muerte se intenta apartar de la realidad cotidiana de nuestras vidas; ya es cada vez más extraño que las personas mueran en sus casas y más extraño aún que sean veladas en las mismas. Así pues, nuestra sociedad ofrece a todos ante la muerte de los seres queridos un “servicio limpio”, que no “molesta mucho nuestra cotidianidad”: los Tanatorios.

Será en ese momento, cuando la realidad de la muerte de nuestros seres queridos nos alcanza cuando en una Pastoral de Exequias desarrollada en Tanatorios o Cementerios entra en acción. Los Tanatorios son una realidad que, queramos o no, existe y necesita la presencia y acción de pastores cuya acción pastoral abarca tanto la oración por el difunto como el acompañamiento “relativo” y la exhortación a los familiares y acompañantes.

En este sentido nos encontraremos con situaciones muy dispares: difuntos de todas las edades y circunstancias, familias unidas y divididas, personas creyentes y no creyentes… incluso quienes despiden al difunto sin un ápice de disgusto.

Lo cierto y verdad es que para muchas de esas personas, que como familia o acompañantes acuden a los Tanatorios, ese contacto con la Iglesia es el único en muchos años. Por ello, se hace necesaria una actitud pastoral de primer anuncio, donde el aspecto humano y afectivo cobra una singular importancia. No será el momento de grandes retóricas y profundidades teológicas, sino de hacer brillar la solicitud pastoral del amor de Dios que perdona al pecador, llora con el que sufre y da motivos de esperaza al que espera.

Por todo ello, sin duda, mientras existan tanatorios será necesaria la presencia de un ministro de Dios que anuncie, exhorte y sienta con quienes se convierten en esos momentos en los más necesitados.

Manuel Falcón Calvo
Diácono del Equipo Pastoral de Exequias del Cementerio y Tanatorios de Sevilla