
Los jóvenes deben percibir que no decimos palabras que no hayamos vivido antes nosotros mismos, sino que hablamos porque hemos encontrado y tratamos de encontrar de nuevo cada día la verdad como verdad para nuestra vida. Para que nuestras palabras sean creíbles y tengan una lógica visible y convincente, es preciso que nosotros mismos sigamos ese camino, que nosotros mismos tratemos de que nuestra vida corresponda a la del Señor.
Benedicto XVI
Al Clero de Roma, el 7 febrero de 2008