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martes, 7 de junio de 2011

El sacramento del Matrimonio con el Amor a Jesucristo



No olvidéis que en el momento de vuestra unión matrimonial, la Iglesia os recordó que el amor de Cristo ha de ser vuestro modelo de amor. El matrimonio cristiano es amarse en Cristo. Se dijo en la celebración del sacramento: "Juan, ¿te entregas a Carmen como Cristo se entregó a su Iglesia?", Y lo mismo a la esposa: "¿Te entregas a tu esposo como Cristo se entregó a su Iglesia; como la Iglesia se dejó amar por Cristo?" Por lo tanto, nuestro modelo de amor es Jesucristo, y esto no es ninguna consideración poética: uno ama dependiendo de qué modelos, de qué referencias tenga. Nuestra "referencia" y nuestra "fuente" es Jesucristo, su estilo de amor, de entrega, de donación, de "amor crucificado". V esto nos debe ayudar para sanar el concepto de amor meramente "romántico" que existe en nuestra cultura.
Va sé que algunos podríais replicarme que nuestra cultura no es precisamente muy romántica. ¡Es verdad! Muy al contrario, existe una falta de finura y delicadeza muy patente. Pero sí creo que nuestra cultura es "romántica" en cuanto a su concepción del amor, reducido a mera emotividad, confundido con los impulsos y sentimientos más superficiales. ¡El amor es reducido fácilmente a lo emocional! Y para justificar la infidelidad en el amor, se aduce con frecuencia que tenemos que ser sinceros con nuestros sentimientos, con nuestras emociones; y que el amor es "cambiante". Con el paso de los años, se afirma que se ha perdido la IIchispa" del amor, V que, en consecuencia, hay que buscar lila química" en otro lado ...

Por desgracia, este concepto llromántico" de amor está muy extendido; y si no, basta fijarse con un poco de detalle en las letras de las canciones de moda, o en los modelos que se presentan en las series de televisión, en el cine ... El amor se reduce fácilmente a lo emotivo. Pero claro ¿qué ocurre? ¡Que eso no se corresponde con la verdad antropológica del hombre V de la mujer! Es verdad que el amor afecta a lo emocional, pero lo supera ...

Por cierto, esto es aplicable a todas las vocaciones, también a los sacerdotes va los religiosos. No penséis que un sacerdote cuando celebra la Misa lo hace siempre con la máxima emoción V sentimiento. HaV mañanas en que te tienes que pellizcar un poco para no dormirte; en las que no estás, precisamente, lleno de devoción ... Las personas consagradas a Dios también tenemos muchos momentos en los que vivimos nuestra relación con Dios en IIsequedad". Algunos días no sentimos nada en la oración; pero en otros momentos Dios nos puede conceder una gran intimidad V un gran gozo en la relación con él... Es decir, no es lo mismo la fe, que el sentimiento de la fe: uno puede tener una fe muy firme, llena de afectos V emociones; pero también puede ser muy firme su fe, a pesar de que no sienta nada V carezca de afectos.

En lo que respecta al amor de pareja IIromántico" (en el sentido al que me refería antes) me atrevería a afirmar que detrás de él se esconde la inmadurez: En vez de ser la razón V la voluntad las que gobiernan nuestra vida, son más bien los sentimientos V las emociones los que se acaban imponiendo y nos acaban arrastrando ... La madurez se da cuando es la razón la que ilumina la voluntad, y ésta ilumina los afectos. Por el contrario, la inmadurez es patente cuando dejamos que las emociones se impongan a la voluntad, y la voluntad a la razón.
Por ejemplo, puede ocurrir con facilidad que a lo largo de nuestra vida matrimonial o de nuestra vida consagrada, nos sobrevengan sentimientos V emociones hacia otras personas, contradictorios con nuestro compromiso de vida. ¿y cómo deberemos actuar en ese caso? Pues obviamente, tendremos que saber decir: para el carro, que esto que se me ha pasado por el corazón es totalmente contradictorio con la fidelidad a mi matrimonio, o con la fidelidad al sacerdocio". Ya sé que lo que he dicho entra en contradicción con la cultura "romántica" que da vía libre a las emociones, pero es que sólo el hombre y la mujer maduros, son capaces de ordenar sus afectos. Y esto no es "reprimir" nuestro mundo afectivo, como muchos dirían; sino más bien "gobernarlo".

Dicho de otra manera, amar no es sólo sentir; amar es "querer, querer". Ya sé que esto que digo es un tanto "políticamente incorrecto", pero es así: jamar no es sólo sentir, amar es querer querer! No es sólo el amor el que hace durar el matrimonio, sino que también es el matrimonio el que hace durar el amor. El hecho de estar casado, de haber tomado una "determinada determinación" de entregar la vida en el matrimonio, obviamente, preserva el amor, en medio de muchas fluctuaciones o crisis que podamos tener a lo largo de nuestra vida. Y es que, a pesar de que la vida es corta, a su vez, es lo suficientemente larga como para que en ella tengamos que acometer numerosas crisis y pruebas. No conozco a ningún matrimonio que nunca haya tenido momentos de crisis ... La vida es corta pero, ida para mucho!
Supongo que os sonará la expresión que dice: "Hay que quemar las naves". Pues bien, tiene su origen en un episodio histórico. Allá por el año 335 a.c., Alejandro Magno se disponía a conquistar Fenicia. En cuanto él y sus hombres llegaron a las playas, desembarcaron y se encontraron con que Fenicia estaba perfectamente defendida, con unas murallas que parecían inexpugnables, con muchos más defensores que atacantes. Y, claro, los capitanes de Alejandro Magno le dijeron: "Vámonos de aquí, que no hay nada que hacer. Va volveremos en otro momento". Entonces fue cuando Alejandro Magno pronunció la famosa orden: "Quemad las naves" ... Y, ante el estupor de los soldados, las quemaron. De esta forma, se encontraron entre la playa y las murallas de Fenicia, sin posibilidad de volver atrás: "Ahora, o conquistamos Fenicia, o aquí terminan nuestros días". Y, claro, iconquistaron Fenicia! No cabe duda de que la conquista fue posible porque las naves habían sido quemadas; de lo contrario, en el fragor de la lucha, fácilmente hubiesen caído en la tentación de retroceder y de huir ... Algo de esto pasa también en la vida matrimonial cuando uno es consciente de que amar no solo es sentir emociones; sino que también es "querer querer". De esta forma, los problemas se cogen por los cuernos, sin huir ni escapar de ellos.

Soy plenamente consciente de que el amor matrimonial maduro no está desligado de los afectos y sentimientos. Por el contrario, la afectividad y la sexualidad han de estar educadas e integradas en la vocación al amor. Pero claro, las crisis sobrevienen, y especialmente, en esos momentos es fundamental nuestro modelo y referencia de amor: Jesucristo. Ésta es la clave de los cristianos: el amor crucificado.
Mons. José Ignacio Munilla Aguirre
Obispo de San Sebastián.