La finalidad del Reino es "hacer nuevas todas las cosas" y "nos hace esperar, confiados en la promesa del Señor, en un Cielo Nuevo y una Tierra Nueva, en que habite la justicia" (2 Pe 3,13). Así como la epifanía del Reino irrumpe ya en nuestros corazones por la liberación interior, así también su novedad irrumpe en la sociedad por la justicia y la fraternidad. Pues la novedad del corazón no puede sino crear un nuevo modo de relación de los hombres en la sociedad. Irrumpe a modo de fermento y grano de mostaza. Esta inserción liberadora del Reino se da de tres modos:
- por la caridad solidaria, que libera de las miserias presentes; por la promoción humana, que capacita a los pobres y oprimidos a liberarse a sí mismos, a ser sujetos de su propia historia;
- por el reordenamiento de la sociedad (cambio de estructuras), que prepara liberaciones futuras (Lc 4,14ss).
- En la liberación de las servidumbres sociales se revela la presencia del Reino, de la Misericordia de Dios, con la misma credibilidad y autenticidad que se revela en la liberación de las servidumbres del corazón humano.
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