Hace 2000 años hubo gente que escuchó este Evangelio y sin embargo siguió hablando del tiempo. Hubo otros que lo creyeron, le dieron tanto crédito que cambiaron su vida, es decir, se convirtieron. Fue un modo de escuchar esa noticia buena que se transformó en seguimiento de su Portavoz, Jesucristo, y se fueron con Él a vivir y a desvivirse por Él y los demás. El tiempo de Dios había empezado a sonar. Pequeñas pero imparables, comenzaron a sonar las campanadas de la esperanza y la alegría, de la paz y la caridad. Era la gracia de Dios hecha acontecimiento para la historia. Nosotros podemos hablar del tiempo o acoger este Evangelio, siguiendo a Jesús, viviendo con y como Él, construyendo el Reino de Dios. Es el riesgo apasionante de nuestra libertad.
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm.
Arzobispo de Oviedo
+ Fr. Jesús Sanz Montes, ofm.
Arzobispo de Oviedo